Kinu: «Arigato»

En este caso mi comida fue en la barra, donde el joven itamae Maher Al Dali Montilla nos aguardaba con sus cuchillos en el aire. Además de ser el jefe de cocina también tiene la misión de transmitirnos toda esa mística que rodea la experiencia en una barra japonesa. Empieza la función con una serie de otsumami, pequeños platos que preceden al sushi entre los que destacaría un fantástico tartar de gamba blanca de Huelva y el que más me gustó, un donburi con holandesa de palo cortado y alga nori, espectacular, la única pena es que se acabase.

Llegamos al zenit de la comida, donde Maher nos muestra previamente las piezas que vamos a disfrutar, aunque sin duda lo que más importancia tiene es el arroz que seleccionan e importan desde Japón. Una variante que deja un dulzor muy característico en la boca una vez aderezado y que va a casar perfectamente con la presencia del wasabi navarro que aquí utilizan. Atún, rodaballo, choco, vieira, anguila y algunos más son los cortes que nos llevamos a la boca en una notable secuencia, aunque quizás apresurada en su ejecución.

El final lo protagonizan una versión dulce del tamago, una tortilla que se suele utilizar para cerrar estos menús y una versión del tiramisú, pero sustituyendo el café por te matcha.

Es apasionante la experiencia en Kinu, se maridó con un sake joven sin filtrar que fue un acierto. Quizás para ser una comida de primer nivel sí que podría haber algún producto más noble en algunos pases del mismo menú que en ciertos puntos se queda corto sobre todo para el coste que tiene.