Infanta: «Una feria de verdad»

En cuanto al servicio ha conseguido lo que el “estrellado” Juanlu Fernández no consiguió en Lú: que los cocineros sirvieran las mesas. Aquí todo el mundo entra y sale de la diminuta cocina y de una forma u otra colaboran en la realización del plato, lo emplatan y lo sirven.

El espacio es algo desordenado por dentro, quizás achacable a la “estética” covid pero ordenado y acogedor en su terraza. Y las sevillanas – ¡a quien se le ocurre ir en feria! – no ayudaban mucho a concentrarse en la conversación, aunque, eso sí, pocas veces hemos tomado una manzanilla de Barbadillo más rica, fría y mejor servida que aquí, en originales teteras de aluminio.

La Solear la hemos acompañado de un muy buen jamón de bellota, unas generosas lonchas de lomo en manteca, un sabroso salchichón en tacos y un poquito de mojama de atún, que es lo bueno de que ofrezcan tapa de casi todo. A continuación, una ensaladilla de gambas, clásica a más no poder y más que correcta, pero quizás demasiado fría. La hemos empezado a saborear cuando ha perdido frío. Enseguida llega lo que más nos ha gustado, que es su pollo frito, que nos conquista por lo jugoso que está y el toque especiado que le dan. Un sitio obligado para los sencillos amantes del pollo, que somos muchos y bien avenidos. Seguimos con dos platos con huevo, con perdón. Unos buenos huevos estrellados con chorizo de verdad, de verdad y un revuelto de bacalao que no hemos terminado de entender. Mientras no dejaban de pasar, alrededor nuestro, platos y más platos de presa ibérica, que te la sirven para que te la termines de hacer tú y que deja ahumado todo el ambiente alrededor pero que por el número que se sirvieron, debe ser lo más solicitado en el Infanta. Aunque nosotros nos decantamos por un final quesero, mezclando una vez más por tapas, buenos quesos a un mejor precio. Dejamos la feria de mentira atrás y nos vamos satisfechos de esta visita a unos viejos conocidos empeñados en poner en valor la autenticidad de nuestra tierra.