Quien entra en el bar Stratos, pequeño y estrecho, y se apoya en su barra se siente inmediatamente parte de esa familia que la clientela forma siempre en las tascas clásicas. Conversaciones llenas de guasa, de actualidad y también de recuerdos. Porque la nostalgia está ... presente entre los que frecuentan el bar desde hace 50 años, cuando el bar era cosa de Domenech, futbolista internacional sevillista.
Ahora es Paco, su cuñado, quien recibe junto a los tiradores de Cruzcampo, y dando cancha a las tapas. Tapas que no se achantan por el espacio reducido del local. La carne con tomate es el estandarte, y con ella la tortilla campera , bien grande, o el bacalao dorado o al pil-pil. También se puede echar mano del catavinos y probar el Fino Pavón o la Manzanilla de Sanlúcar, entre otros.
Futbolistas, toreros y personajes propios de la sociedad sevillana han frecuentado estos años este bar, y si no están allí mismo, están en los marcos que adornas las paredes con fotografías que congelan el tiempo. Solera y buenas tapas en este clásico rincón de la calle Murillo.
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