Restaurante en Estepona
El Campanario: Producto excelente y continuo espíritu de mejora
Producto de categoría, precisión en las cocciones, dominio de las diferentes técnicas, un servicio eficiente que hace bien su trabajo, una sala cada vez más agradable y una interesante carta de vinos.
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Iniciar sesiónHace ya tres años que Manuel Marín se hizo cargo de , en Estepona, aunque enclavado en la zona de Atalaya, a un paso de Guadalmina y, por tanto, de Marbella. Años complicados para poner en marcha un proyecto gastronómico ambicioso con ... esa pandemia y sus restricciones de por medio que tantos planes trastocaron. Y, sin embargo, la apuesta decidida del propietario, Miguel Ortega , por transformar lo que era el típico restaurante informal de cocina internacional y un tanto despersonalizada de club en un establecimiento gastronómico con empaque, cediendo los mandos de la nave al cocinero. ha resultado ser una decisión acertada.
Manuel Marín contaba hasta entonces con una experiencia más que contrastada tras su paso por las cocinas de restaurantes consagrados como el Alameda de Fuenmayor y hoteles de categoría como el Gloria Palace Royal de Gran Canaria y, a nivel local, por El Ancla, en Guadalmina, el Hotel Elba en Estepona o capitaneando Lakala, en Mijas Costa. En estos años ha logrado consolidar un restaurante que tiene todos los mimbres para ser un éxito si logra afianzar a un público que, por la idiosincrasia de la zona en que se ubica, resulta algo disperso y heterogéneo.
Para empezar, una importante apuesta por el pescado y el marisco de alta calidad que Marín se encarga de ir a seleccionar al Mercado de Marbella cada mañana y que luego trata en los fogones con respeto y precisión. Para continuar, un local amplio y acogedor –con un comedor replanteado que ha ganado en confort–, con una distancia considerable entre mesas que permite cierta intimidad y con una muy agradable terraza que se abre al jardín y a la piscina del club y, más allá, al campo de golf. Y, para terminar, algo no menos importante: un afán de superación digno de elogio que le ha llevado a mejorar notablemente la oferta a lo largo de estos tres años, mejorando la carta de vinos , introduciendo cambios en la sala , incorporando un horno de leña para asados, refinando los proveedores, incorporando desayunos de calidad y un largo etcétera que le ha permitido crecer como restaurante.
Aunque la carta de El Campanario no se limita al pescado y el marisco y abarca desde asados hasta arroces lo cierto es que la estrella es su oferta marina que se transforma a diario en función de lo que marquen las lonjas locales. Resulta del todo necesario, por tanto, estar atentos a las sugerencias fuera de carta que, al fin y al cabo, son la esencia de un restaurante de producto que pretenda servir a diario la mejor materia prima disponible. Ello no obsta para que en la carta se mantengan de manera permanente algunos platos que Marín ya ha convertido en clásicos entre su clientela: la ensaladilla rusa , cremosa, aunque con tendencia a servirse demasiado fría en ocasiones, unas estupenda s gambas al ajillo , unas croquetas de gamba roja bien finas – que a veces se adornan con papada ibérica y caviar – o el goloso steak tartare con tuétano .
Pero, como decía, la estrella de El Campanario es su oferta ictiófaga y en ella conviene centrar la atención: coquinas y conchas finas de la zona, bien depuradas y sin rastro de arenilla o unas buenas ostras que, en ocasiones, sirven en tempura. Para continuar, unas gambas blancas locales a la plancha , excelentes. Y gambas rojas de Garrucha a la brasa , que aquí se usa con tino, y cigalas de Marbella , terciadas, de carne tersa y punto de cocción inmaculado. Una destreza que también muestra Marín con las frituras: con unos ineludibles salmonetitos fritos que se pueden comer enteros, unas acedías de Cádiz, unos boquerones o unas puntillitas . Rebozados livianos y finos como debe ser en Málaga que también se aplican a la imprescindible raya frita .
Para terminar, platos más contundentes que no desmerecen: desde la gallineta frita entera hasta los soberbios pescados – urtas, rodaballos, pargos – al horno pasando por el más popular de la casa, la langosta – o el bogavante – frito al estilo de Manolo con huevos, patatas y pimientos fritos . O, un arroz , que está entre los más destacables de la Costa. Y todo ello sin desdeñar las carnes de vaca maduradas o la más reciente incorporación de la carta: los asados en horno de leña . Aún pendientes de afinar en mi última visita pero ya mostrando maneras. Un auténtico festival de producto . Conviene rematar la comanda con una muy buena tarta de queso , aunque a la parte dulce aún le quede algún peldaño por escalar para colocarse al nivel del resto de la oferta.
Buen trabajo del equipo de sala , por otro lado, dispuesto y discreto, y una carta de vinos bien escogida , con referencias para todos los públicos y precios que invitan a abrir botellas. Siempre hay que aplaudir apuestas así .
Un restaurante que va creciendo con paso firme y que ya se ha convertido en una referencia importante en un área donde no abundan precisamente los establecimientos dedicados al pescado y marisco que ofrezcan esta regularidad . Probablemente uno de los restaurantes de producto más fiables de la Costa del Sol Occidental que no deja de elevar su propuesta gastronómica. Producto de categoría, precisión en las cocciones, dominio de las diferentes técnicas, un servicio eficiente que hace bien su trabajo, una sala cada vez más agradable y una interesante carta de vinos.
- Terraza
- Ir en grupo
- Quedar bien con un compromiso
Comida
4/5Servicio
3/5Ambiente
4/5- Tradicional
- Langostinos
- Quisquillas
- Coquinas
- Langostas
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