Dónde comer en Huelin y Carretera de Cádiz: estos son nuestros recomendados

Nacido al calor de las fábricas y las chimeneas de finales del XIX, Huelin se ha convertido en un territorio de contrastes donde conviven la memoria industrial con una pujante escena gastronómica. Sus primeras chimeneas, levantadas por las familias Larios y Heredia, marcaron el pulso de un nuevo modelo de barrio obrero promovido por el industrial inglés Eduardo Huelin Reissig, que incluso dio nombre al lugar. Durante décadas, fue conocido como el 'barrio del palodú' por la fábrica de caña de azúcar que impulsó su desarrollo.

Hoy, en pleno siglo XXI, esa historia se mezcla con la llegada de nuevos vecinos, proyectos residenciales y una energía urbana que ha transformado el paisaje. En el distrito de Carretera de Cádiz, al que pertenece Huelin, lo que antes eran tabernas y freidurías familiares conviven ahora con cafeterías modernas, bares con concepto y pequeñas casas de comidas donde el producto local sigue marcando la diferencia.

Desde las calles interiores hasta el Paseo Marítimo Antonio Machado, el distrito de Carretera de Cádiz se ha convertido en un hervidero gastronómico donde tradición y nuevas aperturas se dan la mano. Entre el aroma a espetos y los guiños cosmopolitas, Huelin mantiene su identidad marinera sin renunciar a mirar hacia el futuro.

Como siempre, seguimos las pistas y la brújula gastro de nuestro editor, Carlos Mateos, para descubrir los rincones que mejor cuentan este nuevo capítulo del sur de Málaga.

En cualquier guía sobre sitios para comer en Huelin y Carretera de Cádiz, hay un nombre que no puede faltar: Chiringuito María. Situado a pie de arena, este establecimiento con décadas de historia es una institución en el litoral malagueño.

La carta no se queda corta: pescaíto frito, mariscos frescos recién traídos de la lonja, paellas, arroz caldoso con bogavante o guisos tradicionales comparten protagonismo con clásicos de la cocina castellana, como el cochinillo o el lechazo asado. Imprescindibles sus espetos de sardinas, vigilados de cerca sobre la barca por manos expertas, son uno de los grandes reclamos —y también de los preferidos del equipo de GURMÉ Málaga—.

Al frente está Juan Manzano, heredero de una saga que ha sabido mantener el espíritu familiar incluso tras la renovación del local hace unos años. El resultado es un chiringuito con alma de siempre y servicio actualizado, donde conviven turistas, vecinos del barrio y malagueños fieles de toda la vida.

En pleno Huelin, Taró es el proyecto del chef Pachu Barrera, creador del célebre tartar de salchichón. Su propuesta se basa en la cocina de herencia: platos que parten de la tradición malagueña y se reinterpretan con técnica y producto local.

En la carta conviven quesos y chacinas de la dehesa de los Monteros, con recetas como el ajoblanco de melón con atún y yuzu, la fritura de pulpo a baja temperatura, carnes a la brasa, guisos como la albóndiga de rabo de toro o el icónico tartar de salchichón con pasas y miel de caña.

Ubicado en calle Tomás Echeverría, 15, Taró rinde homenaje al recetario malagueño con una mirada actual y una filosofía clara: cocinar con memoria, pero sin nostalgia

En el número 28 de la calle Emilio Prados, Marisquería Playa es uno de esos locales de barrio donde el mar sabe a verdad. Juan de Dios y Catalina llevan años al frente de este pequeño templo del buen producto, convertido en parada obligada para quienes buscan marisco fresco y pescaíto frito sin artificios.

La carta cambia según el mercado, pero nunca faltan los clásicos: gambas cocidas, conchas finas, carabineros o una jibia frita entera que ya es seña de identidad. También preparan piezas de pescado al completo —rape, pez limón— cocinadas con precisión y respeto absoluto al producto.

Con servicio cercano, precios ajustados y sabor auténtico, Marisquería Playa demuestra que el lujo gastronómico, en Málaga, también se encuentra en los barrios.

En su quinto año de vida, Yugo Restaurant se ha consolidado como una de las paradas imprescindibles para los amantes de la cocina fusión en Málaga. Los hermanos Dairon y Adolfo Alexander dirigen un espacio donde la técnica japonesa y el producto mediterráneo se encuentran con naturalidad.

Su carta —variada y en constante evolución— viaja entre croquetas de ramen, gyozas de gambas al ajillo, nigiris de quisquilla o toro sellado y platos más complejos como la trilogía de atún o el tartar de langosta con caviar y sisho en tempura.

El ambiente relajado, el servicio preciso y la experiencia en barra itamae completan la propuesta de un restaurante que ha sabido hacer de la calma y la coherencia su mejor carta de presentación.

En la zona de Los Guindos, a pocos metros del paseo marítimo, El Envero es una de las direcciones imprescindibles para quienes buscan cocina tradicional bien ejecutada y producto de primera. Su carta combina pescados y mariscos con carnes a la brasa, fiel a una filosofía que apuesta por la materia prima sin artificios.

Entre sus platos más celebrados están la paletilla de cordero lechal al horno, el chuletón de buey, la merluza a la vasca o el bacalao al pil-pil. Además, el restaurante cuenta con una bodega amplia y cuidada, una de las más completas de la capital.

Con varios salones y espacios reservados, El Envero mantiene el equilibrio entre el clasicismo de los asadores y la elegancia de los restaurantes de siempre.

Pocos bares representan tan bien el espíritu de La Paz como Hermanos Rodríguez, abierto en 1972 por la abuela Paca y hoy en manos de su nieta Ana Ramos Rodríguez, junto a su hermano Manolo en la barra. Medio siglo después, este local sigue siendo punto de encuentro y símbolo de cocina malagueña auténtica.

Las albóndigas, elaboradas igual desde hace cinco décadas, son su plato más emblemático, pero la carta mantiene la esencia de la casa: pescaíto frito, rabo de toro, canelón de carrillada o croquetas de jamón, junto con otras propuestas más actuales, como wok de salmón, fideos de arroz y verduras frescas, pollo al curry con verduritas salteadas y cous-cous o vieiras con crema de setas, foie, alioli de miel y kikos, servidos con la familiaridad de siempre.

Entre fotos antiguas y clientela fiel, Hermanos Rodríguez conserva la historia de tres generaciones que siguen dando sabor a La Paz. Tradición, cercanía y constancia: las claves de un bar que es ya patrimonio sentimental del distrito.

En plena Carretera de Cádiz, Odissei es un viaje directo al Cáucaso sin salir de Málaga. Este restaurante familiar acerca la auténtica cocina georgiana, elaborada con recetas caseras y productos importados de su país.

En su carta no faltan clásicos como el khachapuri adjaruli (pan con queso y huevo), los khinkali (saquitos rellenos de carne o queso), el chashushuli de ternera o el satsivi de pollo con salsa de nueces. Tampoco su repostería artesanal —tarta de miel, Napoleon o de queso con frambuesa— ni su cuidada bodega de vinos georgianos, entre ellos el tinto Saperavi o el blanco Rkatsiteli, considerados de los más antiguos del mundo.

Con su cocina cálida y especiada, Odissei se ha ganado un lugar entre los restaurantes más singulares de Málaga: una parada imprescindible para quienes buscan sabores diferentes con alma familiar.