BARES Y RESTAURANTES DE MÁLAGA
Casa Carlos, nueve décadas de cocina tradicional en La Malagueta
Desde 1936, este histórico local de La Malagueta mantiene vivo un recetario tradicional a base de gazpachuelo, berzas y unos callos que se han colado entre los más reconocidos de Andalucía
Dónde comer cerca de La Malagueta: los mejores chiringuitos y bares
Cristina Torres
Málaga
Entrar en Casa Carlos es como atravesar una rendija en el tiempo. A dos pasos de la plaza de toros y del paseo marítimo, en una Malagueta hoy llena de hoteles, terrazas y turistas, este restaurante sigue funcionando con la lógica de las antiguas ... casas de comidas: cocina encendida desde primera hora, guisos al fuego lento y una sala que huele más a familia que a negocio.
El local abrió en 1936 y, desde entonces, ha sobrevivido a una guerra, a la posguerra, al cambio de barrio industrial a zona turística y a varias modas gastronómicas. Nació como refugio de trabajadores y vecinos cuando La Malagueta aún olía a fábricas y hornos de ladrillo. Hoy lo regenta la tercera generación, con Mariló y Carmen Mejías al frente de cocina y comedor, siguiendo el camino que marcaron su abuela Ana y su madre Dolores. La casa conserva documentación y recuerdos de aquellos primeros años: cartillas de racionamiento, licencias antiguas y fotografías que recuerdan que aquí se llevaba guisando mucho antes de que la zona se pusiera de moda.
Una carta que apenas ha cambiado desde los años 70
Si algo define a Casa Carlos es la continuidad. La carta actual es prácticamente la misma que se fijó en los años setenta, con un repertorio de platos que cualquier malagueño reconoce al vuelo: gazpachuelo, sopa Viña AB, pucheros de berza o de hinojos, guisados de cerdo, arroz «a la malagueña», croquetas de puchero y pescaíto frito. Todo elaborado con producto de mercado y un respeto absoluto por las fórmulas familiares.
Entre los emblemas de la casa están sus callos, que hace unos años participaron en un campeonato nacional y se colocaron entre los mejor valorados del país, liderando el ranking andaluz. También han convertido su ensaladilla rusa en modelo para más de un cocinero local: patata cocida al punto justo, mahonesa trabajada en cocina y un equilibrio de ingredientes que ha inspirado versiones posteriores en otros restaurantes.
Aunque la base del recetario es clásica, las hermanas han ido introduciendo pequeños matices: croquetas de sabores variados, algún plato más ligero pensado para quienes buscan opciones con menos grasa y guiños puntuales a verduras y legumbres, heredados de la etapa en la que sus padres se hicieron vegetarianos. Siempre sin perder de vista que aquí se viene, sobre todo, a comer cuchara y guiso.
Un comedor que es casi un álbum familiar
La sala de Casa Carlos es una crónica de Málaga en paredes y marcos. Fotografías antiguas, carteles taurinos originales, recuerdos de artistas y personajes que pasaron por sus mesas cuando la plaza de toros marcaba el calendario social de la ciudad. Las plantas superiores apenas se usan ya: han ido reduciendo el espacio para trabajar con más calma y cuidar mejor a los clientes habituales, que son mayoría.
El ambiente sigue siendo el de un comedor de barrio donde se mezclan vecinos de siempre, trabajadores que buscan menú de mediodía y algún curioso que llega guiado por las recomendaciones. No hay prisa, no hay puesta en escena moderna, solo servicio directo y cercano y que se apoya en la memoria de quienes llevan toda una vida viendo pasar platos por la barra.
Un horario marcado por el cuerpo y los guisos
Casa Carlos abre sobre todo en horario de mañana y mediodía. El día arranca temprano, con desayunos sencillos y el ir y venir de quienes empiezan la jornada en la zona. A medida que avanza la mañana, el protagonismo pasa a los guisos, que se sirven hasta última hora de mediodía. Con los años han ido ajustando horarios y días de apertura para poder seguir al pie del cañón sin renunciar a la calidad ni al ritmo que exige una cocina de fondo tradicional.
Además de comer en el local, ofrecen comida para llevar, aunque siempre con ciertas reservas y cuidando que los platos mantengan su esencia. No es el típico «para llevar» de moda, sino una extensión natural de la casa de comidas que permite seguir alimentando a clientes fieles incluso fuera de las mesas.
Un trozo de historia que sigue vivo
Con casi nueve décadas de vida, Casa Carlos es mucho más que un restaurante veterano: es un resumen comestible de la historia reciente de Málaga. En sus cazuelas conviven las recetas de subsistencia de la guerra, la cocina de barrio de los años 60 y 70, la Málaga turística que llegó después y una generación actual que sigue encontrando consuelo en un plato hondo de callos o en un gazpachuelo bien ligado.
En una ciudad que cambia a toda velocidad, lugares como este recuerdan que la gastronomía también es memoria. Mientras las ollas sigan al fuego y en la Malagueta huela a berza y a sopa Viña AB, Casa Carlos seguirá siendo una de las direcciones imprescindibles para entender —de verdad— cómo se ha comido y se come en Málaga.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete