Desayuna churros con chocolate por el centro de Córdoba

Desde los soportales de las Tendillas hasta las callejuelas del casco histórico, la ciudad conserva una deliciosa costumbre: la de desayunar churros, porras o jeringos acompañados de un espeso chocolate que reconforta cuerpo y alma.

A continuación, proponemos una ruta por algunas de las churrerías y cafeterías más queridas del centro de Córdoba, donde cada taza cuenta una historia y cada churro conserva la esencia de esos desayunos que nunca pasan de moda.

Mojaelchurro es una de las propuestas más recientes y originales del centro. Nació con la idea de actualizar el desayuno más castizo desde un enfoque moderno y sostenible: harina ecológica, aceites de calidad y packaging compostable. En su local, muy próximo a la Mezquita-Catedral, preparan churros tradicionales, lazos y porras recién hechos, servidos con chocolates de distintos porcentajes de cacao y cafés de especialidad.

También ofrecen versiones con toppings (nata, dulce de leche o sirope de chocolate) y opciones sin gluten bajo encargo. Su estética cuidada y su ubicación lo han convertido en una parada popular entre turistas y locales que buscan un desayuno rápido y diferente.

Una institución entre los desayunos cordobeses. El Bar Marta lleva décadas haciendo churros finos y crujientes en pleno eje comercial del centro. Desde primera hora de la mañana, el sonido del aceite anuncia el comienzo de la jornada, con clientes habituales que piden su clásico «una rueda con chocolates».

Sus porras son más densas, ideales para mojar, y su chocolate espeso tiene fama de ser uno de los mejores en relación calidad-precio.

El local mantiene una barra tradicional de acero, taburetes altos y servicio rápido: la esencia del bar de toda la vida donde el desayuno se comparte entre vecinos, trabajadores y paseantes de Cruz Conde.

Aunque algo más al sur del centro histórico, Don Pepe es un referente para quienes cruzan la avenida del Brillante o hacen parada antes de llegar a las Tendillas. Desde hace más de 30 años sirve desayunos clásicos andaluces: tostadas, churros y jeringos acompañados de un chocolate cremoso, con el punto justo de dulzor.

El local, amplio y luminoso, es punto de reunión de familias los fines de semana. Además, preparan churros para llevar y, según la temporada, incorporan chocolate blanco o con canela. Su clientela fiel lo considera una «institución del barrio» que mantiene intacto el sabor del desayuno clásico de siempre.

Situada muy cerca del Vial Norte, Churrería Victoria es uno de esos locales donde los churros se hacen de manera ininterrumpida durante toda la mañana. El secreto está en su masa ligera, que conserva el equilibrio entre crujiente y tierno, y en un chocolate servido siempre caliente, espeso y sin grumos.

Es habitual ver colas los fines de semana, especialmente en invierno, cuando familias y grupos de amigos llenan su terraza cubierta. Además del desayuno, preparan chocolate para llevar y ofrecen raciones generosas a buen precio, lo que la ha convertido en una de las churrerías más frecuentadas de la zona.

Este clásico cordobés, en el barrio de Levante, aunque relativamente cerca del centro, se mantiene fiel a la receta tradicional desde hace décadas. Su local, sencillo y luminoso, se abre a la avenida con una terraza exterior donde resulta fácil encontrar hueco incluso en los días más concurridos.

La carta es corta y clara: churros, jeringos y chocolate, elaborados al momento. En los últimos años se ha modernizado ligeramente, ofreciendo café de especialidad y servicio para llevar, pero conserva el espíritu del bar de barrio de siempre. Su cercanía a la estación de tren y a la zona comercial lo convierte en parada perfecta antes de una mañana de compras.

El Jeringo de Oro lleva años haciendo honor a su nombre. Es uno de los locales más antiguos dedicados a la elaboración de jeringos.

Su interior mantiene un aire costumbrista, con barra de mármol y mesas altas, donde desayunar un chocolate espeso con aroma a canela es casi un ritual. Aunque está fuera del circuito turístico más concurrido, es parada fija para los cordobeses que buscan un desayuno auténtico sin «tonterías».

Esta churrería ambulante, gestionada por la misma familia desde hace varias generaciones, es una de las más queridas por los cordobeses. En su pequeño quiosco de la plaza preparan jeringos y churros finos recién hechos, que sirven en cartuchos de papel junto a un buen chocolate caliente.

Es habitual ver a padres e hijos desayunando aquí antes de un paseo por la Judería o una visita a las Caballerizas Reales. La autenticidad y el trato familiar son su sello: pocas cosas resumen mejor el sabor del otoño en Córdoba que un cucurucho de churros calientes entre las manos.

Situada en una esquina del barrio de San Pablo, esta churrería dobla su actividad como asador a mediodía. Por las mañanas, su obrador saca raciones de churros, lazos y porras que se sirven con chocolate, café o batidos. Por la tarde, el espacio se convierte en asador, lo que da nombre al local.

Es una opción ideal para quienes buscan un desayuno contundente sin salir del centro histórico, a medio camino entre Tendillas y la plaza de San Andrés.

Pocas costumbres reflejan tan bien el ritmo pausado del otoño cordobés como un desayuno con jeringos y chocolate caliente. En estas churrerías se conserva un legado popular que resiste modas: el gusto por lo sencillo, sin necesidad de añadir nada más. Una parada en cualquiera de estos locales permite saborear el mismo desayuno que disfrutábamos de pequeños con nuestros abuelos cuando íbamos de paseo por el centro.