El usuario que ha compartido su experiencia en internet asegura que recibió un «trato pésimo» por parte del dueño y camarero del establecimiento. «Hemos ido nueve personas, estando el local vacío, y no nos han permitido usar dos mesas. Hemos pedido la hoja de reclamaciones y no nos la han querido dar porque no éramos clientes», señala en su escrito.
Sin embargo, la respuesta del propietario del bar revela detalles que ayudan a entender los hechos. «Solo nos paramos a juzgar el trato del personal, pero no del cliente que viene con malas formas» y «queriendo campar en un local de uso público como en el salón de su casa», critica, al tiempo que afirma que los nueve comensales «entraban sin problema» en la mesa «grande» que se les ofreció.
Los integrantes del grupo eran, además, viejos conocidos del bar. «La última vez que estuvieron aquí, cuando se fueron, dejaron un buen puñado de servilletas ardiendo debajo de una mesa», asevera el responsable. Pese a ello, subraya, «intentamos atenderles sin ningún tipo de repercusión». No obstante, el dueño deja claro que espera «no volver a verles» más por allí y destaca -en mayúsculas- que disponen de hojas de reclamaciones para sus «clientes».
La mayoría de los comentarios que ha suscitado la publicación se alinean con la respuesta del hostelero. Uno de los usuarios se pregunta, incluso, cuándo se pondrá en marcha una aplicación para valorar a los parroquianos ante situaciones de este calibre.
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