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Un hombre de 51 años, forzado a vivir en una furgoneta en Valencia por culpa de una okupa: «Me está arruinando la vida»

El propietario de la vivienda lleva sin recibir el pago del alquiler desde el verano pasado y no dispone de otra propiedad

Qué es la inquiokupación y qué medidas proponen los jueces frente a la usurpación de viviendas de alquiler

Un hombre de 51 años, forzado a vivir en una furgoneta en Valencia por culpa de una okupa: «Me está arruinando la vida» ABC
Marina Ortiz

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Ser propietario de una vivienda en nuestro país no es garante de poder vivir en ella si se da una situación como la que le ha ocurrido a José, un hombre de 51 años que, desde hace cuatro meses, vive en una furgoneta a las afueras de Valencia. Esta ha sido la consecuencia de que su inquilina lleve sin pagarle el alquiler desde el pasado verano.

La mujer comenzó pagándole el alquiler en los primeros meses pero cada vez tardaba más en dar el dinero, hasta que dejó de hacerlo, convitiéndose en 'inquiokupa'. José defiende la idea de que los propietarios que ponen su vivienda en alquiler no siempre corresponde a grandes tenedores ni especuladores y que el Gobierno debería atender a las leyes para proteger también a quienes sufren de este o cualquier tipo de okupación.

En su caso, además del problema de no recibir un dinero del que dice que depende, se ha quedado sin la única vivienda de la que es propietario. Según cuenta a 'Libre Mercado', antes vivía en casa de su pareja pero, al dejarlo, que la inquilina se haya adueñado de su casa sin pagar le ha obligado a vivir en su Camper, que antes utilizaba para irse de vacaciones. «Me está arruinado la vida y, además, de una manera sibilina y caprichosa», se queja.

«Mis padres fallecieron hace años, mi hermana vive en Sitges, y ni tengo ese dinero para intentar alquilarme yo otro piso, ni dispongo de él para irme allí a vivir» sigue relatando, aunque también reconoce que algunos de sus familiares le han ofrecido quedarse en su casa, pero no quiere darles problemas sin saber por cuánto tiempo será.

Sobre la 'inquiokupa' expresa gan indignación, además de por lo obvio, porque tiene conocimiento de que los propios padres de la okupa viven en el piso de arriba y podrían vivir juntos ya que, si la vivienda cuenta con el mismo tamaño, supone tendrían hasta 4 habitaciones para que viva ella con sus hijos. De hecho, fueron los padres de la mujer los que dieron la idea de que ella alquilase el piso y, guiándose por las referencias de alguien conocido como son sus vecinos, confió en la recomendación. Sin embargo, nadie se hace cargo del pago, ni siquiera sus vecinos que firmaron como avalistas.

«¿Quién es el vulnerable?»

En agosto de 2023 fue cuando la inquilina, ahora okupa, dejó de pagar a José y, en noviembre del mismo año, este puso una denuncia por la situación que se viene dando desde entonces. Hace un mes se celebró el juicio, donde le dieron la razón, pero el piso sigue con la mujer y sus hijos dentro, cuenta en 'Libre Mercado': «Tenía unos días para recurrir, e imagino que pedirá la vulnerabilidad, pero… ¿Qué pasa conmigo? ¿Yo no soy vulnerable? Soy yo el que tiene una casa y, sin embargo, tengo que dormir en una furgoneta; tengo 51 años y vivo en la calle.... ¿Quién es el vulnerable?», se lamenta el hombre que, además, está tiene rotos el cruzado y el menisco y está esperando a que le llamen para operarse.

José además ha pedido que le concedan la vulnerabilidad, incluso solicitando su empadronamiento en la furgoneta, pero puede ser complicado que se la den debido a que tiene trabajo fijo. «Hasta la Policía me dice que llame a Desokupa porque si no, no la voy a conseguir echar, pero es que vamos a ver… ¿Quién es más vulnerable? ¿Ella, que tiene un techo en el que vivir, porque tiene a sus padres en el piso de arriba, o yo que con 51 años estoy viviendo en la calle?» repide de nuevo al medio citado.

«Hasta la Policía me dice que llame a Desokupa porque si no, no la voy a conseguir echar...»

Entre la rabia y la indignación José se queja de la poca implicación del Gobierno con la okupación. «Este problema existe. No es un caso aislado ni una cosa puntual de una persona concreta», dice. Además, añade que una de las soluciones sería reunirse con la Plataforma de Afectados con la Okupación, a la que él ya ha acudido a pedir ayuda, y donde dice que se encontró cientos de casos como el suyo.

«No somos un fondo de inversión o un banco con miles de pisos -insiste-. Estamos hablando de gente humilde, trabajadora, discreta… Y no es justo que una persona con 51 años se vea en la situación en la que yo me estoy viendo y que nadie se preocupe por ti, porque la sensación que tengo ahora mismo es que hasta un perro tiene más derechos que yo», sentencia José.

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