Las fórmulas sostenibles que quieren arrinconar al omnipresente poliestireno
Caparazones de moluscos, hongos, roca volcánica... la innovación busca un 'plan b' para este material muy extendido en construcción, embalaje y envasado
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Si se pudiera viajar en el tiempo y un aventurado emprendedor marchara 500 años atrás para 'inventar' el poliestireno, llegaría a una nación regida por Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Ese poliestireno con el que entonces asombraría al mundo ... todavía no habría desaparecido hoy, pues tarda precisamente en torno a cinco siglos en degradarse.
El poliestireno es un plástico fabricado a partir de dos derivados del petróleo, etileno y benceno. El poliestireno expandido (EPS), también conocido como poliespan, porexpán o corcho blanco, puede ser utilizado como aislante térmico o para elaborar bandejas de fruta o verdura, incluso en suelas de zapatos o flotadores. El poliestireno extruido (XPS) es una espuma rígida que se usa sobre todo como aislante térmico. A partir de enero de este año entró en vigor en España la nueva Ley de Residuos, que prohíbe el uso de bandejas de poliestireno expandido. El sector del envasado ya lleva un tiempo investigando en estrategias con materiales reciclables y sostenibles, que fomenten la economía circular.
En Holanda, por ejemplo, la empresa de biotecnología Grown.bio saca poliestireno a partir de las raíces de los hongos, el micelio, sobre un sustrato de desechos agrícolas. El micelio inoculado en moldes va creciendo hasta adquirir la forma del producto deseado: lámparas, taburetes, elementos decorativos… Como es compostable y biodegradable, puede volver a nutrir la tierra.
La firma estadounidense Cruz Foam sustituye la espuma de poliestireno con una de embalaje duradera y compostable realizada con caparazones de moluscos desechados por la industria pesquera. Whirlpool es uno de sus clientes. Otros materiales naturales que se pueden emplear como aislante térmico son la tela de algodón, la celulosa o la fibra de vidrio.
El inquietante trasvase de los peces a la mesa
El poliestireno expandido se convierte en micropartículas, esas bolitas de corcho blanco que permanecen en la naturaleza y que sirven de alimento a los peces, que precisamente luego nos comemos. Además, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria está investigando el poliestireno porque tiene bastantes dudas sobre si produce migraciones de sustancias tóxicas al alimento. Para su posible reciclado, debe ser depositado en el contenedor de envases, latas y briks, el amarillo, pero su gestión genera muchas dudas en el consumidor.
Los embalajes sostenibles en base papel son el presente. Jesús Rivas, Business Development & Innovation Manager de Smurfit Kappa España, Portugal y Marruecos, aclara sus ventajas frente a materiales como el poliestireno. «Los embalajes de papel y cartón son 100% sostenibles porque vienen de una fuente renovable de la naturaleza. Además, el papel y el cartón desde hace muchos años tiene un sistema regular de reciclaje. Y por último, cuando en el círculo del embalaje hay pérdidas en los bosques o en los mares se degradan rápidamente porque se trata de un producto natural. Es renovable, reciclable y biodegradable».
Alternativa
Gracias al programa 'Better Planet Packaging', la compañía pretende contribuir a la sostenibilidad de los envases y embalajes de sus clientes. Por eso se sustituyen los materiales plásticos por materiales de cartón en envases personalizados.
En el sector del 'packaging', los 'buffers' sirven para proteger los productos frágiles, delicados o muy valiosos, como la electrónica, electrodomésticos, mobiliario o cristalería. «Normalmente se empleaban materiales de protección para el transporte poco sostenibles -señala Rivas- como el poliespán, plásticos de burbuja o espumas plásticas. En Smurfit Kappa los elaboramos con cartón ondulado o cartón de nido de abeja que permiten la protección del producto y que lleguen en perfectas condiciones».
Thermobox es otra de las posibilidades para el sector de la alimentación, comenta Jesús Rivas: «Nuestros clientes nos piden una solución más sostenible para transportar producto fresco en condiciones de temperatura controlada. Lo hemos conseguido con una combinación de caja de cartón que da la contenibilidad y la resistencia para la cadena logística y un interior de nido de abeja que funciona como aislante térmico que mantiene la temperatura controlada».
En el caso del pescado, añade, «esta caja permite transportar producto fresco o congelado desde el origen, de los puertos, a los consumidores en condiciones óptimas». En construcción se utilizan como aislantes térmicos el poliestireno extruido y el poliestireno expandido. Para estos materiales existe otra alternativa, la lana de roca, que puede utilizarse tanto en la rehabilitación de viviendas como en la construcción. La lana de roca procede de la roca volcánica basáltica.
Albert Grau, responsable de Relaciones Institucionales de la empresa Rockwool, explica las virtudes de la lana de roca: «Es aislante térmico, que tiene propiedades de protección acústica, una ventaja competitiva porque vivimos en ciudades y en edificios que son verdaderos viveros de gente y con mucho ruido, y esto ayuda a tener mejor calidad de vida». También protege contra el fuego, como indica Grau, porque es un material «absolutamente no combustible». «Esto ofrece una seguridad adicional ante un producto derivado del petróleo, el poliestireno, que puede tener un cierto riesgo de incendio», añade. Presenta además una gran durabilidad, pues no absorbe agua ni vapor de agua, como otros aislantes térmicos.
Circularidad
Grau despeja las dudas sobre su circularidad: «El material es totalmente reciclable tantas veces como se quiera y no pierde nunca sus propiedades. Un material nuestro recuperado de cualquier obra, de cualquier recorte de instalación retorna a nuestro horno, se funde de nuevo y vuelve a ser material nuevo sin ninguna pérdida de prestaciones. Cualquier producto nuestro que salga al mercado puede ser reciclado al 100%».
MÁS INFORMACIÓN
La naturaleza genera 40.000 veces más roca basáltica al año de la que se consume para producir lana de roca. «Es un material completamente sostenible desde el punto de vista de agotamiento de recursos -sostiene Grau-. Sobre las emisiones, la estimación que hemos hecho es que en 2022 todos los productos de lana de roca fabricados y vendidos para el sector de la construcción evitan al planeta durante su ciclo de vida total al menos 100 veces la energía y las emisiones consumidas en su producción».
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