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Primero la mina, luego la langosta

Tantas adversidades han motivado que el plantel sevillista sea más sólido, más comprometido, más orgulloso

Lopetegui, en Cádiz EP
Francisco Pérez

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En una entrevista a un floreciente empresario, este confesó que de pequeño quería ser sacristán, pero la falta de recursos familiar le había impedido ir al colegio. El periodista, a la vista de lo bien que le había ido en la vida, exclamó: «¿Si llega ... a tener estudios, adónde hubiera llegado usted? Y el tipo, socarrón, le respondió: «A sacristán» . Si el Sevilla, en vez de las adversidades que ha atravesado desde que el balón comenzó a rodar allá por agosto, hubiera podido contar con todo el plantel en perfecto estado, lo mismo era ahora mismo sexto o séptimo clasificado y no segundo. Porque lo cierto es que las lesiones serias de muchos de sus titulares, el positivo por coronavirus de otros y la necesidad de dar el callo cada tres días ha motivado que el grupo sea más sólido, más comprometido, más orgulloso y eso le ha llevado, con el borrón aún por maquillar de la fase de grupos de la Champions, a mantenerse como la única alternativa al Real Madrid en la Liga de momento y a ir superando fases en la Copa del Rey.

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