La alarma suena desde hace tiempo
El Sevilla no falló en Barcelona, sino ante esos equipos a los que trató como si fueran de Champions y no rivales sometibles
Lopetegui
Pocas cosas hay tan molestas como la alarma repetida de un despertador cuando hay que madrugar. Uno se acuesta con la firme convicción de echar pies al suelo nada más sonar la primera vez, pero termina cediendo a la tentación de un duermevela ... de unos minutos que se ve interrumpido de continuo por la exigencia del aparatito llamándote al orden. El Sevilla se durmió hace ya bastantes jornadas y la alarma se le viene repitiendo desde el primer día pidiéndole que espabile y se vaya no ya a trabajar, que lo hace, sino a rendir en el trabajo de una vez. Tras la derrota en Barcelona, algo que la historia ya había descontado, va a tener que respingar, bien motu proprio o por el zamarreo de una afición a la que no se puede ya camelar con las justificaciones de las bajas, las decisiones arbitrales o la mala fortuna. Todas tan ciertas como la constancia de que el equipo hace muy poco en ataque para revertir las situaciones adversas, comunes a la mayoría de los equipos.
No fue frente al de Xavi cuando fallaron los sevillistas. Compitieron y tuvieron pocas ocasiones de gol, algo previsible cuando juega en el Nou Camp, sino en esos partidos frente a la Real Sociedad, Rayo, Alavés, Osasuna o Celta que los de Lopetegui afrontaron como si fueran rivales por la consecución de una plaza Champions y no lo que eran, contrarios a los que había que someter yendo a por ellos y no con el cansino tran-tran estratégico que le hizo tirar por la borda muchos minutos de juego.
Si con esos rivales y la amplia diferencia en la clasificación con respecto a sus perseguidores el futuro se le presentaba prometedor, el calendario que tiene por delante ahora, con Real Madrid, Villarreal, Atlético y Athletic como rivales de fuste entre otros del lumpen clasificatorio, no admite pusilanimidades. Hay que salir a ganar desde el minuto uno. Lo bueno es que se puede hacer sin variar de estrategia. Sólo acompañando el control del balón con la asunción de riesgos cuando se llega al área rival. Terminando las jugadas. Quitándose el corsé. Disfrutando del fútbol. Sin rendirse ante quienes afirman que arriba son unos zoquetes.
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