Mes y medio para cambiarlo todo en el Sevilla

El mes y medio sin competición oficial que tiene el Sevilla ante sí, por tanto, es toda una pretemporada para reconfigurar el plantel y diseñar otro que se amolde mejor a lo que demanda el responsable del banquillo, que quiere otro tipo de futbolistas para desarrollar su fútbol. Sampaoli ya ha trasladado a la dirección deportiva sus peticiones, que pasan por cuatro o cinco nuevos elementos con los que generar una nueva columna vertebral. Entre ellos, al menos un central, un centrocampista con desborde y uno o dos puntas de mayores prestaciones que los actuales.

En ese sentido, una de las alternativas que el cuerpo técnico baraja y el club ya estudia es el regreso del argentino Lucas Ocampos de su cesión al Ajax, donde no está disfrutando de los minutos que esperaba. Lopetegui respaldó aquella operación en las postrimerías del mercado veraniego y ahora su sustituto ve con buenos ojos la repesca del centrocampista, un jugador que conoce la casa, la ciudad y que dio unos magníficos resultados en una primera etapa. Junto a él, Sampaoli ha puesto otros nombres sobre la mesa. Desde distintos sectores se habla del delantero brasileño del Flamengo Gabriel Barbosa, bien conocido por el técnico, o también del punta argentino del Osasuna Chimy Ávila, pero todo está por concretar en las próximas semanas. En todo ello la incidencia de las posibilidades financieras del Sevilla, que ahora son bastante más limitadas que hace dos años por las eliminaciones de las últimas ediciones de la Liga de Campeones, y tendrá mucho que ver lo que ocurra en la cita mundialista, donde pueden surgir oportunidades de mercado interesantes a las que el equipo que lidera Monchi estará atento. Ya hay un ramillete de nombres sobre la mesa, pero el seguimiento que se haga de la competición de selecciones será clave para mover ficha en uno u otro sentido.

Al igual que sucede con las incorporaciones, el Mundial de Qatar también va a servir de palanca para las posibles ventas que el club realice de sus jugadores con más cartel, que podrían revalorizarse en las próximas semanas si en sus partidos internacionales cuajan buenas actuaciones. En ese sentido, nada está descartado y dependerá de lo que se ofrezca y de la opinión del entrenador en torno a jugadores puntuales. Cualquiera puede salir si las cantidades interesan, aunque a Sampaoli le costaría mucho más que saliesen del grupo hombres como Bono o Gudelj, que le han causado muy buena impresión en sus primeras semanas en Nervión. Eso sí, hay un grupo de jugadores a los que, de un modo u otro, se les ha enseñado la puerta de salida, como los daneses Delaney y Dolberg. Ambos van al Mundial y podrían ser 'colocados' en condiciones bastante aceptables para los intereses del club. Lo que está meridianamente claro es que para que lleguen los refuerzos hace falta dinero y liberar fichas. Y ninguno de los dos conceptos van a resultar precisamente sencillos en las circunstancias actuales.

Aunque el paréntesis mundialista se ha tomado en el Sevilla casi como un alivio para resetear y poder cambiar cuestiones esenciales, lo cierto es que su influjo en muchos sentidos ha afectado bastante, no sólo en la obligada planificación 'navideña' sino en el tramo recientemente superado de la competición. En éste, las ausencias de argentinos como Papu Gómez o Acuña con «molestias musculares» previas a su marcha con la selección albiceleste han enojado no sólo a los aficionados o la directiva, sino que han generado recelos incluso en el propio vestuario por el evidente agravio con otros jugadores. El club, de hecho, va a forzar para que permanezcan en la capital andaluza hasta que se dispute la eliminatoria de Copa del domingo en Cantabria y no se puedan marchar antes. La gota que ha colmado el vaso de la paciencia sevillista en este aspecto ha sido la marcha de Papu del estadio la noche del miércoles en el minuto 60 del encuentro contra la Real Sociedad, ante la que se perdió por 1-2.

El mismo Sampaoli ya ha mostrado sin tapujos ni remilgos su contrariedad por el evento mundialista, con el que no está de acuerdo ni por el momento ni por el lugar. «Pero la plata es la plata», como diría él mismo. La cuestión es que la dirección deportiva está ultimando un necesario plan de trabajo. No se ha facilitado aún una información completa de qué se va a hacer en este atípico parón de más de un mes y qué amistosos se van a jugar para preparar la vuelta a la competición, pero sí ha quedado claro que tras el choque del domingo ante el Velarde habrá una semana larga de descanso antes de volver a los entrenamientos.

De fondo en toda la reconversión de la plantilla se mantienen las diferencias que se han ido ahondando en los últimos meses entre la directiva y el propio Monchi, al que la defensa acérrima de la permanencia de Lopetegui en el banquillo le ha alejado en buena medida de los principales mandatarios, que eran partidarios de un relevo más ágil que el que se produjo. La confección de la actual plantilla, con déficits más que evidentes, va a obligar al club a volver al mercado en una posición nada ventajosa y con una caja ya de por sí muy ajustada. En esta faceta, las tensiones entre la cúpula y el director deportivo son crecientes.

A mediados de diciembre, por si el panorama no está suficientemente revuelto, se debe celebrar la junta de accionistas de la entidad, en la que se prevé una ruptura del equilibrio que se había pactado en las anteriores por el empuje del expresidente José María del Nido, que pretende recuperar el poder. La debilidad de la actual directiva ha ido creciendo conforme los malos resultados se han acumulado y se anuncia una junta nuevamente convulsa que va a celebrarse en un momento muy delicado para el club y para que José Castro pueda mantener el timón sin que le tiemble el pulso.