Villarreal - Sevilla: El punto imposible (1-1)
Koundé empata en el último suspiro un horrendo partido de los de Lopetegui en La Cerámica: premio a no bajar los brazos ni en el peor de los escenarios
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEl partido del Sevilla FC en La Cerámica, donde podía haber sellado matemáticamente la Champions con un triunfo, no hubo por donde cogerlo. Cedió la iniciativa a su rival desde el primer minuto, Bono salvó varios goles y la madera también. La desesperación ... se consumó con justicia a los 87 minutos con el tanto del local Lo Celso. Los de Lopetegui se iban a volver de vacío... pero hay algo que escapa al análisis al uso, a la propia lógica futbolística siempre que el Sevilla FC anda por medio. Es su raza, su resistencia a caer, esa especie de inmortalidad sobre el verde incluso cuando peor se le ponen las cosas. En el último suspiro del partido, todos arriba en un córner y gol a la heroica de Koundé. 1-1. Un punto imposible que sabe a gloria. Lo demás ya llegará.
La alineación de Lopetegui presentó hasta tres modificaciones con respecto al anterior choque contra el Cádiz. Montiel relevó a Navas en el lateral derecho, mientras que Delaney entró en escena para reforzar el centro del campo acompañando a Jordán y Rakitic. De poco sirvió la entrada del danés. La sala de máquinas no carbura. Los encargados de construir deambulan sin gas y el fútbol no fluye en la zona ancha. En el frente ofensivo, Tecatito regresó a la titularidad. Se cayó del partido a última hora Lucas Ocampos por una indisposición y su lugar en la convocatoria lo ocupó el delantero del filial Iván.
La primera parte del Sevilla FC resultó soporífera, como la segunda, en los parámetros acostumbrados de ese equipo que recula y se dedica a verlas venir en sus comparecencias fuera de casa. Con decir que el mejor de los hispalenses fue Bono, con hasta media docena de atajadas, sobran más discusiones. Al marroquí, excepcional, lo acompaña también la providencia. La única a la que no llegó en esos primeros 45 minutos, un misil de Chukwueze, la escupió el larguero. Sólo Lo Celso, en medio de una maraña, conseguiría superarlo muy al final.
Mención especial merecieron los 1.100 sevillistas que poblaron las gradas del coliseo amarillo. Su aliento resulta impagable. Ellos siempre están. Comprendieron desde hace días el cariz de final que tenía el choque. Se pasaron toda la noche viajando, en buses, vehículos particulares, para no dejar caminar solo al grupo de Lopetegui en su reto. Fantástica la iniciativa de la Federación de Peñas en colaboración con el propio club de Nervión para ayudar al mayor desplazamiento de sevillistas en lo que va de liga, que es casi todo. Una pena no haberlos premiado con la victoria.
El duelo empezó con ritmo infernal y dos sustos de enjundia para el Sevilla. El campo era una caldera. Lleno. Una cabalgada de Chukwueze por la derecha desmontó a los de Lopetegui y cuando el nigeriano se disponía a servirle el gol en bandeja a su compañero Boulaye Dia, apareció velocísimo Koundé para apagar el fuego. No podía ni respirar el Sevilla FC en la puesta en escena. Al siguiente lance, fue Bono el que tuvo que hacerse grande para repeler con temple un cabezazo franco de Juan Foyth.
El primer tramo de partido fue de claro dominio amarillo. Los nervionenses sólo se acercaron a la portería de Rulli por medio de una llegada aislada de En-Nesyri que abortó sin excesivos problemas el guardameta argentino del Villarreal y un tiro lejano del Papu. La pesadilla estaba en el otro bando y tenía nombre y apellidos: Samu Chukwueze. El joven extremo siguió percutiendo y volviendo loco a Acuña por su franja. Estrelló un zapatazo tremendo desde el vértice en el travesaño de Bono, ocasión clarísima, y poco después se coló hasta la cocina para obligar de nuevo al portero marroquí a intervenir y salvar a su equipo.
Se veía fortísimo, como un ciclón el equipo de Emery. Al Sevilla FC le costaba un mundo hilvanar y salir jugando. Sufría con la presión. Solo el Papu intentó estirar al equipo en una primera mitad más que espesa de los blanquirrojos. Antes del intermedio, la estrella de Bono tuvo que lucir de nuevo con otras dos grandes intervenciones para evitar el gol del Villarreal. Primero sacó una mano milagrosa para desviar el cabezazo de Pau en jugada ensayada y luego taponó con su cuerpo un remate a bocajarro de Lo Celso. Estelar el cancerbero del Sevilla. Un muro.
Así acabó el primer acto, en el que lo mejor, de lejos, fue el resultado de 0-0 para un Sevilla sometido. La propuesta y el ímpetu los acaparó el Villarreal, autoritario en el partido y al que sólo le faltó el gol. La madera y la pericia de Bono mantenían vivo al Sevilla FC para la segunda parte. Pero salvo giro radical, la reanudación no hacía presagiar nada bueno.
De hecho, el comienzo de la segunda mitad fue peor si cabe. Acuña pareció derribar a Capoue dentro del área en lo que dio la impresión de ser un penalti bastante claro. Ni el silbato de Gil Manzano ni el VAR de Estrada apreciaron acción punible del sevillista. Respiró el Sevilla... pero sólo unos segundos. Y es que a la siguiente llegada del Villarreal, en un centro lateral de Chukwueze, Koundé acabó introduciendo el balón en su propia portería. La grada festejaba el 1-0. El Sevilla se resignaba... pero el gol no iba a subir al marcador. La acción hubo de revisarse en los monitores y se chequeó fuera de juego posicional e influyente del local Boulaye Dia. 'Chapeau' y acierto pleno de la tecnología. Era imposible verlo en directo.
Con esos dos tembleques gordos que recorrieron el cuerpo del Sevilla FC, los jugadores de Lopetegui comenzaron a asumir que igual el empate era un magnífico botín. Así que el equipo se fue echando cada vez más atrás, guardando la ropa, e incluso el entrenador tiró de Gudelj para ejecutar su plan más conservador. El riesgo, con minutos por delante, era evidente.
Un zurdazo de Chukwueze con la enésima parada de Bono alertaba de lo que podía venir. El castigo se mascaba. El carrusel de cambios de Lopetegui, quemando las últimas balas con Navas, Lamela y Rafa Mir, no mejoraba la cara de los nervionenses. Y eso que el propio Mir tuvo una para el milagro, pero la echó fuera. Nada. En el 87 se materializó el gol esperado de los amarillos, del argentino Lo Celso, que enganchó una volea que superó a Bono y pintaba definitivamente a colofón del encuentro. Pero esto es el Sevilla FC... ya va más allá de su lema, 'nunca se rinde', ni en el peor de los momentos y escenarios. Lejos de entregar las armas, totalmente superado, el conjunto de Nervión sacó fuerzas para el último arreón y en un córner Koundé empató la batalla en el último minuto. Tremendo. La Champions aún ha de esperar, sí. Pero el punto, visto lo visto, es de oro.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete