Sevilla - Cádiz: Hay que comprar calculadoras (1-1)
El Sevilla sólo duró quince minutos ante un Cádiz superior y que supo entender lo que necesitaba el partido
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Iniciar sesiónCon sólo tres semanas más de competición (menos mal), le toca al Sevilla hacer números para tratar de lograr un objetivo que se encarece. ¡Qué sufrimiento! Cuando lo tenía todo para dar un salto, más aún cuando se puso por delante en el ... marcador con el gol de En-Nesyri en el minuto 7, el Sevilla, otra vez, dio el pasito atrás que sirvió para agrandar el rival. Sólo duró quince minutos; después, desapareció. Piense en una cosa: el Sevilla ha empatado más de un tercio de los encuentros que ha jugado en LaLiga. ¿Qué le parece? Cuanto menos, descorazonador para un equipo que se construyó para derribar puertas, fueran las que fueran. Mientras escribo estas líneas suena el «sí se puede» de la hinchada del Cádiz, y se marchan los aficionados sevillistas molestos y preocupados. Debería hacerse un estudio para saber la razón por la que el equipo es capaz de atacar con esmero, adelantarse, y después vivir a merced del contrario.
¿Es Lopetegui el que se lo pide a sus futbolistas? ¿Son los jugadores los que se van hacia atrás tratando de proteger el marcador? No se trata de quitar méritos al Cádiz, que hizo un muy buen partido y que, incluso, pudo marcar antes, sino de buscar causas a un extraño comportamiento de los de Nervión. Los dos puntos los perdió el Sevilla anoche en un encuentro que ya se ha visto más veces esta temporada. Demasiadas. El sevillista parece que se ha acostumbrado a sufrir sea contra quien sea, y ahora, además, deberá hacerse con una calculadora para empezar a buscar posibles resultados y clasificaciones. La victoria ayer acercaba las estrellas de la Liga de Campeones al Sevilla, y el empate rompió el corazón de los sevillistas que anoche no pararon de animar a los suyos tratando de darle el empuje necesario en los minutos finales para volver a repetir la proeza y reflexión del «dicen que nunca se rinde». No pudo ser. Claro que no. Jugó atenazado, sin confianza, y con un juego tan previsible que el Cádiz apenas le dejó tirar a portería.
Sólo a balón parado era el Sevilla capaz de descolocar el entablado de contención de los visitantes. Así llegó el único gol, en el minuto 7, y en un momento en el que se esperaba que la alegría de En-Nesyri por marcar varios meses después le sirviera para tratar de repetir el hat-trick de la temporada pasada ante el mismo rival. La ilusión apenas duró unos minutos. El Sevilla se olvidó del balón, dio varios pasos atrás, y el Cádiz, como si se le hubieran aparecido los Reyes Magos, empezó a creerse que era mejor. Lo fue, créame que sí. El Sevilla perdió el centro del campo, y los de Sergio González, desatados, jugaron sin complejos. En el 22, Koundé evitó el primer gol del Cádiz tras no entenderse Diego Carlos y Bono en el lanzamiento de un córner. Luego, apenas cinco minutos después, llegaría una de las paradas del campeonato. Con Lucas Pérez sin oposición, apareció Bono con su mano derecha para evitar lo que en el estadio todos veíamos que sería el tanto del empate. El balón se iba para dentro, pero el meta marroquí voló con una velocidad de reacción propia de los que son diferentes, astros.
El Sevilla, timorato, apenas podía intentarlo desde muy lejos. Así llegaría la ocasión del Papu Gómez , en el 38, para haber anulado al Cádiz, pero su meta, bien colocado, acertó a desviar el balón. En el comienzo de la segunda, volvería a ser el Cádiz el que mandaría en el terreno de juego. Lucas volvió a avisar, en el 51. El sufrimiento era patente en el once sevillista, y Lopetegui optó por meter a Delaney y Tecatito por Rakitic y Lamela, respectivamente. El Sevilla se estaba ahogando. Metido atrás, el Cádiz jugaba a lo fácil, gobernando y buscando la presión arriba para robar algún balón. Así sería, en una jugada sin aparente peligro y en la que Jordán hizo falta tras perder el balón, como llegaría el tanto del empate. El balón lo pidió el que ya llevaba tiempo oliendo el gol, un Lucas Pérez que puso el balón en la misma escuadra ante el júbilo de sus aficionados. Las prisas cambiaron de barrio, Pero no el mejor juego.
El Cádiz siguió jugando a lo suyo, sabiendo que hacer con una hoja de ruta que tenía en la cabeza su entrenador. El Sevilla, más con amor propio que con la frialdad que necesitan los ganadores, tiró casi de todo, menos de lo más importante, el orden y la calidad para superar la barrera de los visitantes. Lopetegui metió a Óliver; luego, a Iván Romero, tratando de buscar una solución imposible y mientras el tiempo se consumía. Quedan cuatro jornadas, tres semanas, y mucho por hacer con la calculadora.
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