El rincón de Cazón Palangana
Sevilla - Granada: ¡Esto es Sevilla y aquí hay que ganar!
A pesar de la preVARicación
Sevilla - Granada: La fe de un ganador (4-2)
Día primaveral. Viernes de Dolores y de olores. Las cofradías de víspera meciendo sus pasos entre el entusiasmo de la gente, el azahar y el incienso. Los caracoles, esperando el pistoletazo de salida para conquistar las mesas de los veladores. Sevilla poniendo a toda su ... gente en la calle y Lopetegui a cuatro delanteros en el terreno de juego. El entrenador mandaba un claro mensaje de «a esta é».
Tecatito, Martial, Ocampos y En-Nesyri para tratar de acabar con la sequía ya no goleadora, sino de disparos a puerta. A pesar de que el día estaba pa beberse las calles de la ciudad, numerosos sevillones hicieron uso de su papeleta de sitio y poblaron las gradas del Sánchez-Pizjuán.
El partido se vestía rápido de dolores. Un jugador se retorcía en el suelo tras torcérsele la rodilla y lo extraño es que no era del Sevilla. Iba a ser la única rareza del encuentro porque, transcurridos 20 minutos, el Sevilla no había tirado aún a puerta y el colegiado ya le había birlado un penalti clarísimo sobre En-Nesyri.
Y claro, con estos ingredientes, en la primera llegada del Granada Machís iba a poner el 0 a 1 en el marcador. Hasta el momento, cofradía de pena, mucha pena, la que se tragaban los sevillones. El diputado de tramo no infringió castigo en el claro agarrón de Torrente a En-Nesyri y el propio Sevilla se flagelaba con el gol en contra.
La reacción sevillona no fue mala. La grada, como siempre, llevando en volandas al equipo. El gol norte, como encorajinado saetero, le cantaba a su equipo. Martial echándole bemoles al asunto, agarrando la pelota cerca de la portería nazarí y superando defensas con potencia, haciendo constantes butrones contra el área, como un Land Rover contra un escaparate.
Así, por empuje, llegaba el gol del empate. Diego Carlos entró en el área como el carrito de bebé de una señora en una bulla en calle Sierpes y remató de cabeza al segundo palo un extraordinario centro de Jesús Navas (el que no sabe centrar) para hacer el 1 a 1. Primer disparo a puerta del Sevilla y primer tanto. Quien no quiere a Lopetegui no quiere a su madre.
Se puede criticar la mala toma de decisiones de Ocampos, pero no su coraje. El argentino lo intentaba sin descanso, rozando el segundo tanto en varias ocasiones. También empujaba de lo lindo Jules Koundé, que se sumaba al ataque como un delantero más, recordando al alocado y sobrado Daniel Alves.
La primera mitad se iba a acabar con una falta de Diego Carlos sobre Luis Suárez que dejó al delantero del Granada doliéndose de la espalda sobre el césped, como si hubiera cargado el misterio del Cristo de la Corona él solo.
Lopetegui, para el segundo tiempo, dejaba a En-Nesyri, el santísimo cristo del buen vendaje, descansando en su templo y sacaba a Lamela ante los vítores del respetable. Todo era poco para tratar de convertir los dolores de este viernes en alegría.
Salía el conjunto sevillón como una cofradía cuando chispea, con prisas. Las incursiones de Ocampos, Navas y ahora Lamela por la banda derecha eran constantes. El público del Pizjuán aplaudía y animaba, deseando ver la chicotá definitiva de su equipo. El Tecatito se inventaba un regate imposible, un autopase de arte que desató los oles en la grada.
Aun así, el Granada tenía peligro al contragolpe. Machís estuvo a punto de hacer doblete sino llega a ser por el tremendo paradón que nos regaló Bono, que es como James Bond: Salta, se tira, se emplea a fondo y, cuando se levanta, sonríe sin despeinarse.
Decía en la primera mitad que a Ocampos se le puede achacar lo que sea menos la entrega. Eso, el bueno de Luquita, no lo negocia. El argentino iba a hacer el 2 a 1, no sin suspense, antes de marcharse sustituido. El Tecatito Corona le ganó la espalda a la defensa del Granada, le dejó un balón de oro a Ocampos y este regateó al portero y a menos de un metro de la línea de gol remachaba el balón con el coraje de todo un estadio. El VAR, tras unos minutos de duda, validó su gol.
Minutos más tarde, con el Papu y Rafa Mir sobre el campo, íbamos a vivir otro mitin más del sistema arbitral español. Otro episodio más del rearbitraje. Rafa Mir iba a cometer una falta sobre Germán que el colegiado no señaló y, varias disputas de balón después, el engominado delantero sevillón iba a hacer un golazo. El VAR actuó de oficio, como lo hiciese en Vallecas, y obligó al colegiado a anular el tanto por una jugada anterior. Lo que en Europa es una herramienta que sirve para hacer el fútbol menos injusto, en España lo han convertido en todo lo contrario, en un filón para rearbitrar jugadas a su antojo, prevaricando de manera clara.
Con este panorama el Granada se vino arriba y el albanés Uzuni, que tiene nombre de tubo de escape de scooter, estrelló el balón en el palo e hizo que todos los sevillones nos santiguásemos mirando al cielo.
Avisaba el Granada y finalmente empató en un saque de esquina que remató Víctor Ruiz entrando como una estocada certera, la misma que se clavaba en los corazones sevillones.
Pero esto es Sevilla y aquí hay que ganar. El colegiado daba 9 minutos de descuento. El publico entonaba Campanilleros y el equipo se mecía al son del Papu. Para acto de penitencia el de un Rakitic que se perdía a su hermandad de Pino Montano por la calle para jugar este partido y asistir a Rafa Mir de cabeza para que, ahora sí, marcara el tercer tanto.
En el 99, cuando el Sevilla mamoneaba con el balón esperando el pitido final, Oliver asistió al Papu para que hiciese justicia y marcara el 4 a 2 final. Desenlace merecido. Para el Papu, para el Sevilla y para toda su gente.
Viernes de Dolores donde reapareció una versión del Sevilla que parecía haberse dormido. El Sevilla del `nunca se rinde´. Ese Sevilla encorajinado que se repone a todo tipo de adversidades, poniéndole una pasión que rebosa esta bendita ciudad que se dispone a disfrutar de su semana grande. Sevillistas, a la calle.
El tuitaso
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