El Rincón de Cazón Palangana
Athletic - Sevilla: Sevillista seré hasta el infarto de miocardio
Los corazones palanganas palpitan al ritmo del parpadeo de Lopetegui
He testeao entre mis amigos sevillones cómo estaban los ánimos antes del partido frente al Athletic y he sacado la conclusión de que hoy, de los Williams, nos marcan hasta Serena y Venus.
Y es que no es extraño que el pesimismo haya calado en ... el sevillismo tras caer eliminado en Champions y con gran parte de la plantilla lesionada. Tenemos tantas bajas que creo que el hotel de concentración del equipo en Bilbao es el Hospital de Basurto. Si se hizo famosa la frase «tienes más fe que el Alcoyano», hoy nosotros podríamos lanzar al estrellato «tienes menos fe que el Sevilla». Antes de comenzar el encuentro todos pensamos que una victoria en San Mamés sería algo tan extraño como ver a un heterosexual en First Dates.
Lopetegui, el pobre, no ponía hoy sobre el tablero a los mejores, ponía simplemente lo que tenía. Un once en el que destacaba la presencia de Óscar Rodríguez, bastante señalado por el sevillismo porque ha tenido más oportunidades que El Platanito y hasta ahora no las ha sabido aprovechar. Los vascos, por su parte, salían con todos los miembros de la familia Williams que estaban a la disposición del míster y con un Raúl García que nació enfadao y que parece que algo de culpa tiene el Sevilla porque siempre juega extramotivado contra nosotros.
La primera del partido la tuvo Delaney en su cabeza. Su remate, solo en el punto de penalti, tocó en un defensa y se marchó lamiendo el poste. Esa oportunidad, en otra temporada habría entrado por la escuadra. Es lo que hay, el Sevilla lleva soportando unos meses ese incómodo vientecito en contra.
Una cagada en la salida del balón propició la primera ocasión del Athletic. Williams se encontró una pelota suelta en el área y su disparo se marchó cerca del poste, pero con el balón como con 40 de fiebre. Le pegó regular el muchacho.
No tardó Raúl García, también de profesión tatuador, no tardó en hacerle un dibujo con los tacos en el tobillo a Delaney. El árbitro ni le advirtió, demostrando ser un gran admirador de su obra.
Pasado el minuto 2º, tras una buena jugada de Williamscito (Williams Jr), el jugador-chef, Dani García, iba a disparar desde la frontal para estrellar el balón en el palo. Primer gran susto del Athletic Club. El Sevilla se empezaba a acular como ya hiciera en el partido ante el Salzburgo. De este modo el balón siempre estaba en las inmediaciones del meta de Bono y, si el Sevilla quería salir al contragolpe, el campo se le iba a hacer más largo que el de Óliver y Benji.
El segundo tatuaje de Raúl García se lo hizo a Koundé, tras una fuerte entrada en el centro del campo. No llevaba mal ritmito de tattoos el atacante vasco.
A la media hora de encuentro Augustinsson, que tiene cara de pardillo y aquí demostró que también puede llegar a serlo, dejó botar el balón en el área del Sevilla hasta en 3 ocasiones hasta que le dejó el balón franco a Williamscito para que chutara cruzado y se marchara el balón rozando el poste.
Las cagadas no iban a quedarse ahí. A los pocos minutos Óscar se resbaló cuando quiso despejar en el área golpeando al balón con el meñique y dejándosela a Diego Carlos que, en otro intento de despeje, la roce también y se la deje en el punto de penalti a Raúl García para que marcara el 1 a 0 sino llega a ser por la parada milagrosa de Bono, que sacó el balón con su pie izquierdo.
Cuando más sufría el Sevilla, en una jugada en la que se asomó al área vasca de casualidad, le iba a quedar un balón muerto a Delaney en la frontal. El danés, como poseído por el espíritu de Vassili Tsartas, mandó un zurdazo exquisito con rosquita a la escuadra de la portería de Unai Simón para hacer el 0 a 1. Qué bonito es volver a cantar un gol como si lo marcara el Sevilla del año 2005, que hacía un fútbol de mucho trabajo y pocas llegadas.
En otra jugada de pardillo en la que Augustinsson salta con los hermanos Williams como Heidi por la pradera de la finca de su abuelo, el Athletic iba a tener otra oportunidad clarísima que Muniain mandó sorprendentemente fuera.
Antes de decretar el colegiado el descanso, Unai Vencedor (hasta el momento perdedor) estrelló otro disparo desde fuera del área en el palo, esta vez en el izquierdo de la portería de Bono. El Sevilla, en esta primera mitad, había sufrido más que la madre de un torero.
La cosa no cambió mucho en la segunda parte. Seguía sufriendo un Sevilla que, además de tener muchas bajas, parecía que jugaba en inferioridad numérica. Pelotazos buscando al delantero y poca posesión de balón. El partido que estaba completando Delaney era la mejor noticia para el Sevilla además del resultado. Por cierto, el danés se llevaba en estos primeros minutos un tatuaje marca de la casa de un Raúl García que se marchaba, por fin, sustituido.
En el minuto 65 llegaba la primera sustitución del Sevilla, que no era por motivos tácticos, sino cómo no por lesión. Augustinsson se tenía que marchar con un pinchazo en la parte trasera del muslo. Entraba por el sueco un Rekik que, visto las pocas opciones que tiene Lopetegui en el banquillo, tenía carita de jugador caro.
El Athletic, cada vez que llegaba con peligro dejaba claro que no iba a marcar aunque el partido durara como una pausa de Antena3, pero, además, el Sevilla se comportaba temeroso con el balón en los pies, quizás sabedores de que estaban obrando un milagro.
Bono, como si de un chamán se tratara, parecía tener un idilio con los palos de las porterías de San Mamés. Cuando el balón no se estrellaba en el poste, se marchaba fuera por muy poco bajo la tranquila mirada del bueno de Bono.
El colegiado daba 6 minutos de tiempo añadido, alargando la agonía del sevillismo y aumentando las probabilidades de infartito en los corazones palanganas, que palpitaron, hasta el pitido final, al ritmo de los parpadeos de Julen Lopetegui.
Victoria milagrosa, con todos los elementos en contra, de las que le invitan a uno a emborracharse en el sofá contemplando la clasificación en el teletexto hasta quedarse dormido y a confiar en este Sevilla, que le viene echando unos bemoles al asunto como el caballo de Espartero.
El tuitaso
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