Levante - Sevilla: Soñar, ilusionarse, superarse... (0-1)

La ilusión no se puede comprar. Se tiene o no se tiene. Y a veces, se encuentra donde menos te lo imaginas. Lopetegui debería acordarse todos los días de aquella comida con Monchi en mayo del 2019 cuando escuchó al director deportivo hablar de un proyecto. Ambos se ilusionaron. Encontraron juntos una razón para crecer, donde fuera. En Valencia, anoche ante el Levante, también. Monchi pide unos segundos más de sueños. Él, que vivió tanta decepción en sus años de portero (suplente, también hay que decirlo), sabe que las cosas no pasan porque sí. El éxito es actitud . Y ahí, con Lopetegui al mando, y con tantos jabatos en la plantilla, está el Sevilla dando zarpazos. Como si de una fiera se tratara, aparece y desaparece para, casi siempre, quedarse con la presa. El Levante creyó estar bien, vivo en el descanso, y los minutos de la segunda parte se le hicieron imposibles. Sólo hubo un tanto en el partido, el de un genial En-Nesyri con su definición, pero lo realmente cierto es que el Sevilla no tuvo nunca la sensación de que el Levante le fuera a crear peligro. Todo lo contrario. Y pronto.

Sólo habían transcurridos ocho minutos cuando Jordán, con un gran disparo desde fuera del área, pondría en aprietos al cuadro de Paco López. El meta del Levante, Cárdenas, tocaría el balón lo justo para que se fuera al larguero. Fue el primer aviso de un Sevilla que optó por abrir espacios con algunos pases en largo. A Lopetegui no pareció gustarle lo que vio y abogó por meterle un punto más de intensidad al encuentro. En la segunda mitad, los sevillistas salieron más decididos, dispuestos a olvidar los titubeos del principio y ponerse de cara a la meta del Levante. Suso fue el que mejor lo entendió. El gaditano sacó la chistera y comenzó a inventar. La magia del «pisha». Como el pase que le dio a En-Nesyri en el minuto 53 para que el marroquí pusiera la directa y marcara con gran maestría el definitivo 0-1. El «15» sevillista se fue por velocidad antes de entrar en el área, y luego, como hacen los que saben de esto, paró el reloj para driblar a su antojo, primero a Cárdenas y luego a un Rubén Vezo que quedó ofuscado tirado en el cesped. Fue un golazo, el mejor premio para unos jugadores en una noche que no se quedará en el recuerdo de los sevillistas por mucho tiempo. La hinchada ya ha visto muchos encuentros como el de ayer. Premio tras premio. Ya lo dice el mensaje: «Soñar, ilusionarse, superarse, afición.... Luchemos por el fútbol».