No impidan a los descarados saltar de la cuna

Diego Lainez le solucionó el jueves un serio problema al Real Betis con su gol en el Roazhon Park de Rennes. El mexicano, apenas unas semanas en Sevilla, ya rinde réditos, con sus goles pero también con su fútbol, gracias a la falta de prejuicios de Quique Setién. Con él juega quien aporta de manera independiente a lo que reza en su carnet de identidad y nadie se va del club sin ser calado. Cuando mire atrás al final de la Palmera habrá dejado un legado extraordinario.

Bryan Gil aún no ha marcado con el Sevilla, pero ya cuenta, recién cumplidos los 18 años hace unos días, para Pablo Machín. Si antes que él gente como Carlos Fernández, Pozo, Lara, llamaron a la puerta sin encontrar quien se las abriera de par en par, a lo más entornadas, al de Barbate, tras algunos minutos de ojana ajena en un manojo de partidos, le bastaron 15 minutos ante el Éibar para demostrar que en los 75 restantes de cualquier partido puede encontrar el Sevilla un futbolista con una proyección enorme. El técnico soriano no parece refractario al objetivo marcado por Joaquín Caparrós, mas debe aún corroborarlo con hechos.

Bien está que al profesional muy joven se le cuide. Evitarle responsabilidades reservadas a los veteranos o tener paciencia con ellos, por ejemplo, resulta obligado. Pero si pide paso hay que dárselo. Por él, por la entidad, por el presente, por el futuro.