Opinión
La vida sigue igual
El Betis de la temporada pasada comenzó de forma convincente la presente para recordarnos que el punto de partida es muy bueno...
Juanmi celebra con la afición del Betis uno de sus goles al Elche
Hace años, unos cuantos ya, en el partido de la primera jornada liguera del Betis, no recuerdo la temporada ni el rival, en la sección «Así Jugaron» del ABC , en la que se desgranaba la actuación de los futbolistas en los encuentros y ... se les valoraba con una nota, el periodista escribió sobre un centrocampista bético que mantenía la línea de la campaña anterior, átona y decepcionante, y utilizó para ello el título de la célebre canción de Julio Iglesias. «En su caso, la vida sigue igual», escribió el compañero plumilla.
No me ha tocado bregar en mi carrera con muchos cabreos notables de los profesionales futboleros (no cuento a Lopera). La mayoría de las veces deslizaban sus mensajes de forma discreta, a través de terceros y pocas veces de forma vehemente y cara a cara, pero aquella fue de las que resultaron un poco desagradable. Yo no fui el autor del comentario, pero era por entonces el titular de la información del Betis en el periódico y lo respaldé, como no podía ser de otra forma, cuando el futbolista protestó con cierta furia. Aquel centrocampista, que después mejoró mucho su rendimiento y a quien no mencionaré para evitar comentarios, terminó siendo un gran amigo mío, cosas que pasan, pero no recuerdo haber hablado con él de aquel episodio una vez que estrechamos lazos. Jamás volvimos a mencionar aquello, probablemente porque él sabía que fue una pataleta excesiva por algo que es consustancial al mundo del fútbol. Sin más.
En aquel momento, insisto en que no recuerdo la temporada pero han debido de pasar unos veinte años de ese roce, el comentario periodístico tenía cierto sentido peyorativo, no cabe duda. Estaba cargado de una intención descriptiva que, en efecto, podía herir la susceptibilidad del interesado, como así fue, aunque estaba justificado porque las prestaciones del mediocampista al que me refiero, por desgracia, fueron muy decepcionantes durante mucho tiempo. Hoy, cuando me relamo por el resultado cosechado por el Betis de la temporada 2021-22 en la primera jornada de la 2022-23, tengo que decir que la vida sigue igual, pero esta vez puedo hacerlo en un sentido muy diferente. Y me alegra y lo celebro.
Sin fichajes
He escrito, sí, que el lunes vimos al Betis de la campaña pasada inaugurando la presente. Es obvio y no necesita mucha explicación. Jugó Pellegrini con un once del año pasado, sin refuerzos, y sólo al hacer cambios hizo saltar al terreno de juego a otros jugadores que la campaña anterior no formaron parte de su plantel. Y la vida sigue igual, mire usted. La transmisión del bloque, fresco en el arranque liguero, es otra vez la de un equipo compacto y muy unido que tiene un admirable poder ofensivo y la bendita habilidad de hacer goles. Bien es verdad que el rival, un Elche que tiene jugadores interesantes pero cuyo conjunto es algo limitado, se descompuso mucho al perder a uno de sus centrales cumplido el primer cuarto de hora del partido por una expulsión, digamos, pintoresca. Probablemente fue justa, pero la acción de Nwankwo (21 años) fue de tal ingenuidad que pide clemencia, y de ahí que mucha gente haya opinado sobre su supuesta desproporcionalidad. Aitor Ruibal se iba derecho a la portería ilicitana, ya sin oposición, y cuando iba a entrar en el área el jugador visitante le derribó con una carga desmesurada que sólo buscaba abortar por lo criminal (hablamos de fútbol, que nadie se escandalice) una ocasión manifiesta de gol, como se suele decir en el arcaico y sin embargo perenne argot del balompié. Estaba el partido en cero a cero y desde luego que cambió ahí, por lo que tampoco conviene excederse con los elogios ni presagiar éxitos que en la jornada seis puedan parecer imposibles. Las montañas rusas, como los taconcitos, que decía Araújo, para la Feria.
No creo que este primer partido de la temporada, en fin, pueda servirnos de referencia para nada. Faltaron muchos jugadores importantes de la plantilla y sobre todo faltaron los fichajes. Los teóricos refuerzos. No quiero hacer sangre con esto, entre otras razones porque para valorar esta realidad ya están los compañeros que les trasladan a ustedes el día a día de la entidad verdiblanca a través de ABC y de Al Final de la Palmera . Pero permítanme que me lleve las manos a la cabeza. Lo de limitar la masa salarial de los clubes de fútbol me parece bien, aunque opino que debiera ser de otra forma, esto es sin aumentar la desigualdad, que ya es suficiente la que se sufre en la competición española. Pero lo de fichar futbolistas sin tener la seguridad de que puedan ser inscritos para competir es el último absurdo que nos ofrece el fútbol a los que vivimos la realidad diaria y palpable del trabajo y del negocio convencional. El resbalón bético está ahí, es un hecho objetivo. El club ha tratado de cubrir las carencias que tenía el equipo en tiempo y forma y con futbolistas que, al parecer, tienen un nivel suficiente, o al menos están muy bien avalados, pero no ha planificado las bajas que tenía que firmar para poder cuadrar números, espacios y dineros. Y pasando los días, jugando al tetris, el inicio de la competición les ha cogido a Cordón y a todo el equipo técnico con los pantalones bajados, y perdonen la expresión. No se trata de que se vaya cualquiera para hacer sitio, porque entonces las cartas estarían marcadas, sino de que se vayan futbolistas que dejen parné contante y sonante y que alivien la masa salarial del grupo para volverla a colmatar con lo que ganen los nuevos. Esto significa que el problema es doble: por un lado, tienen que irse jugadores de cotización, y han de cotizarse por otros equipos, lo cual se escapa del control propio; por otro, hablamos de jugadores que, normalmente, no queremos que se vayan porque son buenos y aportan. Y ahí están, por ejemplo, Álex Moreno completando un primer partido ligero estupendo o William Carvalho siendo el mejor o unos de los mejores en este estreno de la competición doméstica, lo cual tampoco puede extrañar a nadie, por cierto.
El que crea y resuelve, el que nos enamora
Así que el Betis del año pasado salvó con muy buena nota el primer partido de esta temporada. Lo hizo siendo el que más nos divirtió el ejercicio anterior. El que presiona arriba, el que se adorna, el que es igualmente creativo y resolutivo, y el que de pronto hace algún regalo increíble en defensa que, en este caso, por fortuna, el Elche no fue capaz de aprovechar. La cuestión es qué distancia hay entre este Betis hecho del año pasado y el que puede ser con las incorporaciones, que se supone puede mejorarse de manera notable. ¿Podremos verlo? ¿O el surrealismo hará que entren fichajes que no puedan reforzar nada porque para hacer sitio tengan que irse futbolistas de valor que con su marcha resten potencial al grupo?
Parece claro que esto no se ha ejecutado bien, con frialdad y con precisión, y hoy no tenemos ni la más remota idea de la importancia que va a tener este contratiempo ni cuándo ni cómo estará resuelto, aunque visto lo visto el lunes, y contando las bajas útiles que afectaron en esta primera cita al bloque del Ingeniero Pellegrini, sabemos que la vida sigue igual. Esto es que el Betis sigue siendo un buen equipo que juega y se divierte divirtiendo, y que siempre nos quedará Fekir, cuya magia en estas situaciones de frescura es determinante y un activo de valor incalculable. El punto de partida es muy bueno y el equipo se ha encargado de encendernos la luz para volver a verlo, por si la oscuridad nos cegaba. Tengamos confianza. Sólo podemos ir a más. Pero hay que subirse los pantalones, por favor.
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