Europa nos mira: luzcamos el traje de los jueves
Betis y Sevilla, tras sus traspiés ligueros del domingo, tienen hoy, frente al Stade Rennais y al Lazio, dos partidos que desaconsejan ir de exquisitos
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Lo decía Quique Setién antes del partido en Butarque y ahondó en ello después del encuentro: “ Lo difícil es cambiar de chip cuando se juega miércoles y domingo y en campos como este que comprometen tu estilo”. No se refería al ... del móvil o de la tablet, que esos en cualquier chino electrónico te lo permutan en diez minutos y a precio pequinés, sino al CPU de los jugadores, el procesador que ejecuta las instrucciones del cerebro. Pero como tampoco juegan en miércoles, dejemos la jerga de la computación y hablemos de cambiar el traje de los domingos por el de los jueves , entendiendo el primero como el rey del armario y el segundo como uno de faena para los trabajos duros. Porque eso es lo que tienen Betis y Sevilla hoy, dos partidos en Europa que desaconsejan ir de exquisitos .
El de Rennes de los verdiblancos tiene toda la pinta de confrontación trampa . Equipo francés, con epidemia de bajas y encuesta del CIS por completo en contra. Pero como a Tezanos no hay quien lo crea, lo mejor para los de Setién será asumir que en función de la beligerancia del rival lo mismo valdrá defender con balón que correr para rescatarlo, algo para nada extraño al equipo en su hasta ahora impecable trayectoria en Europa. Buen fútbol y coraje lo convirtieron en invicto en la fase de grupos.
Andan los franceses en su mejor momento de forma y bajo el liderazgo de Ben Arfa, que compartíó vestuario con Lo Celso en el PSG . El bético jugaba y el otro maldecía no haber firmado por el Sevilla, su jartible aspirante a ficharlo.
Cualquiera sabe si el francés sería hoy de la partida en Roma, donde los blancos se enfrentan al Lazio , la actual patria de varios ex. Si con uno no fuera bastante, fíjense lo que será hacerlo con tres (Immobile, Correa y Luis Alberto), empeñados en reclamarle deudas que no figuraban en el finiquito. El partido contra el Éibar, más que un desconchón en la moral sirvió para repellársela al plantel. No hay problema físico y sí falta de frescura mental. Recuperar el juego al primer toque, vertical, sin sobeos inútiles y con desborde por las bandas, se antoja fundamental. El Olímpico de Roma hay que pisarlo firme. Como Abebe Bikila en 1960, pero no descalzos.
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