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Andre Agassi: «Mis hijos no se dedicarán al tenis, es bastante duro»

Andre Agassi: «Mis hijos no se dedicarán al tenis, es bastante duro»
El tenista cool que jugaba con peluca y pantalón vaquero corto —incluso en Wimbledon, aunque de color blanco— es ahora un respetable padre de familia preocupado por el bajo nivel educativo de su país. En su carrera profesional se enfrentó a tres generaciones de tenistas, desde McEnroe a Nadal.
—¿Está retirado del todo o todavía le gusta pelotear un poco?
—Nada de peloteos. El tenis es más fácil verlo que jugarlo (bromea). Voy a algún torneo por trabajo, si me contratan como comentarista. Si no, en casa, por la tele.
—Acaba de cumplirse el décimo aniversario del Masters de Madrid. Usted ganó la primera edición, en 2002. ¿Qué recuerda del torneo y del público español?
—Me encanta Madrid, su arquitectura y la pasión por la vida que muestran los españoles. Jugué a gran nivel y me enfrenté a varios tenistas locales (Feliciano López y Juan Carlos Ferrero). Me benefició que en aquellos tiempos se disputara sobre superficie dura.
—Veinte años dan para conocer a muchos grandes campeones.
—Recuerdo que en mis primeros torneos llegué a coincidir con Jimmy Connors, John McEnroe, Boris Becker, Ivan Lendl... Luego tuve que vérmelas con los tenistas de mi generación, Jim Courier y Pete Sampras, entre otros, y por último con gente como Federer y Nadal. Pete ha sido, sin duda, uno de mis rivales más duros. Contra él se jugaba a un ritmo diferente, saque-volea, saque-volea... Ahora hay grandes restadores en el circuito y eso te obliga a puntos más largos y partidos más físicos.
—En su autobiografía, «Open», define a Nadal como «una bestia, un monstruo, una fuerza de la naturaleza»...
—Ese chico es asombroso. Ha tenido el atrevimiento de plantar cara y de ganar muchos partidos al que todo el mundo considera mejor tenista de todos tiempos. Ha batido a Fededer en la era Federer. Es difícil superar los resultados del suizo, pero no descarto que Rafa pueda conseguirlo.
—Con permiso de Djokovic.
—El serbio está firmando temporada fantástica. Estoy muy interesado en ver sus prestaciones en Roland Garros y, especialmente, sobre la hierba de Wimbledon.
—Los fans de Agassi recuerdan su agónica victoria sobre Andrei Medvedev en la arcilla de Roland Garros en 1999. Aquella tarde usted lloró.
—Sí, fue dramático. Perdí los dos primeros sets con facilidad, 1-6 y 2-6, y parecía que la final estaba lista para sentencia. Pero conseguí remontar y cuadrar el Grand Slam en la superficie menos propicia para mí.
—¿Cuál fue su peor momento?
—Cuando perdí con Sampras en la final del Open de Estados Unidos de 1995. Yo era el campeón vigente y se dilucidaba quién sería el número 1. A pesar de aquella rivalidad me llevo muy bien con Pete y nos vemos a menudo.
—Dice que debió ser un aborigen en otra vida. ¿Cómo explica su romance con Australia, el Grand Slam que ha ganado más veces (cuatro)?
—A Australia siempre he ido ligero de equipaje. Allí me siento como en casa. Me encanta la atmósfera del Rod Laver Arena. Siento que lo controlo todo, que la gente me apoya...
—Se muestra muy crítico con el sistema educativo público de EE.UU.
—Las estadísticas demuestran el fracaso del modelo, sobre todo en Nevada, que es el estado donde nací y que conozco mejor. Faltan recursos, no se fomenta el respeto y la responsabilidad, y a los jóvenes desfavorecidos se los deja en la estacada. Me sentía obligado a poner mi granito de arena. Por eso creé en 1994 una fundación para promover reformas.
—Tras reconocer que consumió drogas le llovieron las críticas. ¿Se arrepiente de esa sinceridad?
—En absoluto. Fue la revelación más impactante de mi autobiografía, pero pretendía ser una llamada de atención para los jóvenes. La mayoría de las reacciones contrarias fueron de personas que, probablemente, no leyeron el libro.
—¿Cree que los controles antidopaje son rigurosos en el tenis?
—En primer lugar tengo que decir que aquellas drogas que tomé eran de recreo, no sustancias para aumentar mi rendimiento físico. Y sí, el tenis es uno de los deportes líderes en la lucha contra el dopaje. La ATP hace análisis sanguíneos y es difícil que los tramposos puedan salirse con la suya. El problema, quizás, es la diferente interpretación de las leyes que tienen los países.
—¿Le gustaría que sus hijos Jaden Gil (de nueve años) y Jaz Elle (de siete) se dedicaran al tenis?
—Es una profesión bastante dura. No les veo por la labor. Mi hija Jaz sí juega al tenis un par de veces por semana, pero Jaden prefiere el béisbol.
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