EL DEDO EN EL OJO
ELOGIO DE SOR CITRÖEN
La delegada de Educación de la Junta nos hace asistir a escenas de cruel separación entre «nandos» y «luisis»
¿QUIÉN no ha visto Sor Citröen? Aquella entrañable película de Pedro Lazaga consiguió conmover a los españoles de la época y a otros muchos más que vinimos después.
La sensible historia (que tan bien mezclaba la comedia y el drama con ese aire sesentero) dejó en nuestra memoria tiernas escenas y memorables soniquetes (da-dabadaba…). Y también se nos anunciaba la venida de un nuevo tiempo simbolizado por la modernización de la Iglesia, que empezaba a hacer apostolado a bordo de un «dos caballos» conducido por una monja (la adorable Gracita Morales). Posiblemente el cardenal Tarancón ya andara detrás de ese remozamiento eclesiástico que se hizo tan necesario para acometer la Transición.
Pero si algo recordamos de aquella magnífica cinta era la escena en que los pequeños Nando y Luisi (hermanos huérfanos acogidos en instituciones diferentes) tenían que separarse cada fin de semana. El nudo que se nos hacía en la garganta aún mantiene su vigor al recordar tan desdichadas escenas.
Los últimos 60, época de rodaje de la película, dieron paso a la democracia y con ella la implantación del Estado del Bienestar (¿o la continuación del mismo?). Desde muy pronto empezó a considerarse aquello de la conciliación de la vida familiar y laboral como una meta a alcanzar, como una marca de calidad que certificase la categoría superior de aquel naciente sistema. Se normalizaron las guarderías («escuelas infantiles» en lenguaje políticamente correcto), se escolarizaron a los más tiernos infantes y se consideró el agrupamiento de hermanos en colegios cercanos al domicilio.
Podríamos decir que la conciliación de la vida laboral y familiar se ha mantenido incólume hasta el actual curso 2013/2014, curso en el que la delegada de Educación de la Junta de Andalucía en Córdoba ha decidido desempolvar aquella vieja película de Sor Citröen para hacernos asistir a escenas de cruel separación entre «nandos» y «luisis».
Si bien la carga dramática de las separaciones fraternas no está tan descarnadamente presente, muchas familias cordobesas han tenido que ver cómo sus hijos matriculados en escuelas concertadas (esos nidos de nacional-católicos) tienen que verse separados y acudir a colegios distintos. La madre superiora (delegada de la Junta) se ha puesto fea y ha dicho que no abre la mano porque «la Orden» es muy estricta (¡qué va, es mentira…!). Así que tenemos a la madre Tomasa-Gracita Morales (plataforma «Hermano ven a mi cole») callejeándose Córdoba en un «dos caballos» para conseguir que los hermanos no se separen.
Ya que no han dejado para ordenadores gratuitos, bien podría la Junta regalar algunos Citröen «dos caballos» a estas familias. Tal vez así pudieran resolver el problema de llevar a sus hijos a colegios distantes entre sí. A fin de cuenta, ¿no ha sido la Administración quien ha creado el problema?
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