Asalto a la cámara acorazada
Una banda revienta una joyería y se lleva 600.000 euros en oro. «Quiero justicia, esto es mi ruina», clama la propietaria
Cerca de 600.000 euros en oro. Ése es el botín que se ha llevado la banda organizada que el domingo por la noche desvalijó hasta la última sortija de la cámara acorazada de una joyería de Villaverde. Su propietaria, Alicia Ratia, está más que harta. Es el tercer gran robo que sufre su negocio, y lo tiene claro: «Esto es mi ruina. No venderé ni una joya más, a partir de ahora, sólo plata, relojes y bisutería». La comerciante clama por un endurecimiento de las leyes: «En España no hay justicia» .
Iván, el encargado del establecimiento, situado en la avenida de la Espinela, 3, llegó a las 9.45 de ayer a abrir. Se extrañó, porque no podía levantar el cierre y no había luz. Un policía se le acercó: «¿El local tiene alguna habitación trasera?» , preguntó. Efectivamente, hay una trastienda con un baño.
La pregunta no era baladí. Porque los delincuentes habían entrado primero en un bloque de viviendas de la calle posterior. Desde ahí accedieron al «parking» del inmueble. Está en obras, y los criminales debían de saberlo, porque cogieron los picos, mazas, martillos y taladros que tenían allí guardados los obreros. Con ellos practicaron el primer butrón, hacia un bar que lleva tiempo cerrado. Y desde ahí, otro agujero de 50 por 50 centímetros. Así llegaron a la parte posterior de la joyería .
La trastienda quedó llena de escombros: ocho bolsas con cascotes tuvieron que retirar luego sus propietarios. Algún vecino escuchó algo de ruido, sobre las nueve de la noche, pero no le dio importancia. Al ser domingo, los cacos trabajaron con cierta tranquilidad.
Con un oxicorte o una lanza térmica, la banda se enfrentó a la cámara acorazada del negocio. Se trata de un enorme portón de acero, con un revestimiento de hormigón de 10 centímetros de grosor y más barras de acero de refuerzo. Ayer, Alicia se la encontró abierta, como si de un trozo de mantequilla se tratase.
«Han dejado tantos restos de piedra, que no podíamos ni siquiera abrir la puerta del despacho», explicaba ayer a ABC . El agujero en la cámara acorazada es de 30 por 50 centímetros. Costó hace años 36.000 euros. Los ladrones también inhabilitaron el sensor sísmico y de sonido, se llevaron las cámaras de seguridad y arrancaron la central del alarmas. Un trabajo «fino» .
«Se han llevado todo el oro. No han dejado ni una sortija. El valor de todo puede llegar a los 600.000 euros», explica Alicia, quien sólo contaba con un tercio del botín asegurado. «Todo el mundo —dice— tiene la conciencia de que los joyeros tenemos mucho dinero. Pero no es así. Los seguros, además, son multimillonarios. Sientes angustia, impotencia y rabia».
«Seguir así es ridículo»
No es para menos. El negocio lleva abierto 45 años. Primero era del padre de Alicia, y su hijo, que hoy se hace mayor de edad, quería seguir con él cuando su madre se jubilara. «Venderemos ahora lo que han dejado, plata, relojes y bisutería. Pero la joyería ya se acabó, porque es ridículo seguir con ese negocio», dice la pequeña empresaria. Su indignación es máxima. «Pido que metan en la cárcel a los políticos que están permitiendo que los españoles tengamos esta ansiedad. Este Gobierno se está cargando la clase media. Si el PSOE vuelve a ganar las elecciones, me voy de España», exclama. «Quiero una justicia como Dios manda».
Hace ocho años, la joyería Villaverde fue objetivo de dos hombres que amenazaron con pistolas a sus empleados. Los encerraron en la cámara acorazada y los cacos se pusieron a atender a la clientela, como si cualquier cosa. Se llevaron 240.000 euros. En 1997, otra banda empotró un Jaguar hasta la trastienda del local.
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