viviendo en san borondon
La ejemplaridad de la Justicia
No existe justicia independiente cuando algún partido está en posición de imponer su voluntad por una evidente disparatada ley electoral
Al margen de lo que puedan decir, o retorcer, textos y expertos en derecho, creo firmemente que la Justicia tiene dos grandes fines. El primero en importancia es restituir a la víctima o al perjudicado, según que el asunto sea civil o penal, sus legítimos derechos en base a las leyes y a un elemental sentido común de la justicia y la equidad, reflejo de los valores éticos y morales grabados a fuego en las conciencias de las personas bien nacidas.
La ejemplaridad es el segundo objetivo. Dicho de otro modo, que las leyes están para cumplirlas y son iguales para todos. Que las conductas inadecuadas serán públicamente castigadas y afeadas para que el resto de los ciudadanos aprendan la lección en cabeza ajena. Por eso jueces, fiscales y abogados se visten con prendas especiales en los tribunales, desde pintorescas togas hasta periclitadas pelucas en otros países, que pretenden crear una puesta en escena bastante teatral y por encima del resto de los mortales que esperan su oráculo. Es el mismo principio que utilizan religiones y brujería, revistiendo a sus oficiantes durante las ceremonias.
Hay un tercer objetivo, algunos hasta lo llaman principio: la rehabilitación del delincuente. En realidad sería más un fin de la política penitenciaria que de la justicia. En el fondo y en la forma se prima al delincuente, desde ese momento titular de derechos y atención especial en detrimento de la víctima, a quien sólo se le deja su dolor, olvido y las secuelas de un daño sufrido en su cuerpo o en su alma, infringido muchas veces de forma gratuita o aleatoria.
La semana pasada se ha oficiado en el Parlamento de España el enésimo y bochornoso enterramiento de Montesquieu, boca abajo por si se le ocurriera resucitar, y la glorificación del relativismo moral totalitario atribuido a Maquiavelo. De paso hacen caso omiso del principio de no retroactividad. “El fin justifica los medios”, o que cualquier cosa es buena, justa y democrática si así lo votan la mayoría de diputados, diferente a la mayoría social. De forma muy difícilmente explicable en términos de justicia, han rematado a la ya agónica seguridad jurídica, votando que unas resoluciones judiciales referentes a la marginación del español en Cataluña, y no sólo en Cataluña, no hay que cumplirlas. Fue otra aplicación práctica mas, y a mi entender inmoral y antidemocrática, de las doctrinas del “uso alternativo del derecho” o “estar dispuesto a mancharse las togas con el polvo del camino” que la fiscalía general del estado ha explicitado en más de una ocasión.
Esos políticos se han servido de un principio totalitario, propio de los fascismos y del comunismo o socialismo, que predica unificar de forma fáctica los tres poderes en uno sólo y que el individuo no es sujeto de derechos, solo lo son los grupos sociales tutelados por “el partido”. Es de suponer que no se atreven a quitarle formalmente al poder judicial las competencias sobre asuntos políticos por pura vergüenza torera, ya lo hacen por otras vías. O por los sueldos y prebendas que pueden repartir para ganar voluntades. O por las coartadas con apariencia de legalidad que pueden llegar a idear, expresadas en pseudo sentencias llenas de referencias a artículos y apartados de tal o cual código legal. No existe justicia independiente cuando algún partido está en posición de imponer su voluntad, al margen de que sea muy, pero que muy, minoritario en votos populares pero tenga la llave de un determinado gobierno, no de la gobernabilidad, por una evidente disparatada ley electoral, que todos piden cambiar pero que ninguno lo hace.
De otro caso, a mi entender poco edificante, se ha tenido noticia en Gran Canaria el pasado 13 de septiembre. Nada ejemplarizante ha sido el resultado judicial del escándalo público protagonizado por Suárez Gil en las pasadas navidades, al encañonar a su esposa y amenazarla de muerte. Al parecer ha reconocido el peculiar personaje, ya presuntamente desarmado, que la amenaza de muerte y el secuestro no se produjo por una discusión patrimonial, archivándose todas las denuncias que había presentado contra su esposa. Conviene recordar que el apodado “Zorro plateado” fue reducido por la policía cuando tenía una pistola en la mano y que después se le encontró en un registro un arsenal de armas ilegales.
Que fue un asunto de escándalo público es tan obvio que ha sido el propio TSJC quien ha emitido un comunicado de prensa. También es muy preocupante saber, y más difícil aún de entender, como puede deambular libremente y no estar en prisión este peligroso individuo, con una condena firme por violencia y obligado a llevar un dispositivo para que la policía pueda saber en todo momento dónde está. Será cualquier cosa, pero edificante y ejemplarizador creo que no lo es.
El Juzgado de Violencia sobre la Mujer confía la vida de la amenazada esposa a que el condenado, Suárez Gil, haga buen uso de un artilugio electrónico, aunque la víctima viva un sin vivir, en un continuo e imprevisible sobresalto por los reiterados incumplimientos que había denunciado en el mes de agosto. Y es que la escuadra y el compás, que marcan la rectitud y la equidad, ven las cosas con evidente geometría variable, según a quien se mida o la habilidad que tengan los abogados para retorcer la voluntad de los legisladores. ¡Qué miedo debiera dar esa justicia a los inocentes!
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