FÓRMULA 1
Un andador para Ecclestone
El patrón celebra su 80 aniversario en el caótico circuito de Yeongam

El jueves, Bernie Ecclestone pasará a ser un octogenario más. La mayoría viven de las pensiones, pero él sigue siendo el dueño de un chiringuito cuyo valor es incalculable en dólares , euros o yuanes. Agasajado por la parrilla en un fin de semana que ha cuestionado sus poderes por la organización de este caótico Gran Premio de Corea del Sur , el patrón recibió un regalo con guasa por parte de Red Bull ante su inminente aniversario. Ya tiene un andador tuneado con todo tipo de lujos por si le empiezan a fallar las piernas entre tanto tute que se pega. Él no entiende de edades.

El obsequio era para verlo. Clásico andador con dos botes de la bebida energética en el caso de que se quede sin fuerzas y un volante que simulaba a cualquiera que se pueda ver en los monoplazas de la F-1, sólo que los botones no eran precisamente iguales ya que reclamaban otras órdenes muy distintas a las del limitador de velocidad para «pit lane» o el reparto de frenada. encajó con buen hunor la broma en la que le llamaban, de forma entrañable, viejo a la cara ya que las opciones que tiene en su nuevo medio de transporte eran de señor mayor: enfermera, contable, Pasquale —su hombre de confianza—, viagra, té, límite de caja, ignorar, y Fabiana —su pareja— son los botones de su manillar, fácilmente reconocible por el «80» del frontal.
Brigadas de limpieza. La parte festiva no oculta su patinazo en Yeongam. Si algo puede salir mal, saldrá peor. La lluvia convirtió el paisaje en un barrizal y la pista no drenó en absoluto. Bandera roja y brigada de limpieza a la pista para chupar todo el agua con un grupo de operarios tirando de bayetas y paños para arreglar el desaguisado. Mal Corea en líneas generales.

Lágrimas de Alguersuari. El catalán hizo una carrera notable, pero es un lastre tremendo cada vez que pasa por el garaje. Se volvió a atascar la pistola como en el Gran Premio de España y se le esfumaron buena parte de las opciones de hacer algo grande. Luego, condicionado por la escasa velocidad punta de su Toro Rosso, perdió la décima plaza en el último suspiro y se quedó fuera de la zona noble. «He tenido en las manos la ocasión que estoy buscando desde principio del Mundial. Siento una gran rabia. Tuve que salir del “pit lane” renunciando a un más que probable séptimo puesto que hubiera significado seis puntos», comentó. Luego, desconsolado, lloró con su fisioterapeuta buscando un consuelo para calmar su rabia.
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