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Análisis

«The Evil Within»: tensión y sigilo permanente

El juego, cargado de sangre y casquería, ofrece reminiscencias de «Resident Evil» y guiños a «The Last of Us» en una ambientación impredecible donde detrás de cada puerta puede pasar cualquier cosa

«The Evil Within»: tensión y sigilo permanente

J.M.SÁNCHEZ

Dos palabras podrían definir este juego de supervivencia: gore y tensión. «The Evil Within» ha supuesto una grata sorpresa sobre un género que parece que regresa con mucha fuerza. Aunque momentos de miedo y pavor no entran aquí, se trata de un título que requiere de una gran concentración para superarlo.

Esto queda demostrado tras el espeluznante comienzo en el que partimos, de forma sorpresiva, colgado de pies en una carnicería humana. El «carnicero», con una máscara grotesca, se acompaña de una motosierra que, sí, que en el momento en el que te descubre, estás muerto. Literalmente, porque las secuencias para ilustrar que te han matado son verdaderamente sangrientas.

Lo que te descubran es muy fácil. La Inteligencia Artificial de los enemigos, aunque muy mejorable, no es del todo errónea, de tal manera manera que, aunque te escondas entre alguna cobertura, debajo de camas o en armarios, el enemigo te acechará. Pero de lo que se dice terror en sí mismo no tiene prácticamente nada, solo algún que otro sobresalto inesperado. De lo que versa el juego es en sigilo y siempre en sigilo.

Dado que el sigilo es la constante de este intenso juego que requiere de gran habilidad dada la impredecibilidad de los rivales, normalmente, extraños seres hostiles tipo zombies que se mueven de muchas formas y cuentan incluso con armas. Aunque normalmente andan de forma cadente y despacio, con lo cual si te deslizas detrás lentamente podrás eliminarlos fácilmente. Se pueden utilizar botellas que uno se encuentra a su paso, aunque en ocasiones los enemigos ni se dan cuenta. Estas sirven, en teoría, para causar un ruido que le sirva al personaje de ayuda por despiste para poder avanzar por otra cobertura. Pero no siempre es efectivo.

Los enemigos no podrán verte si te acercas por detrás. Para acabar con ellos en caso de ir de cara hay que apuntar directamente a su cabeza, que estalla en mil pedazos en contacto con la munición, aunque los hay también que portan máscaras de acero, con lo cual se puede optar por derribarlos al dispararles a las piernas. Todos ellos (una vez muertos dejan objetos y munición, algo a tener en cuenta) pueden ser quemados con una cerilla.

Aquí no hay pistas. Es un juego de probar, de arriesgarse a abrir puertas aunque no lo quieras. Detrás de ellas puede haber sorpresas, desde munición, jeringuillas a modo de botiquín para recuperar vida o, por supuesto, seres que desearán segar esa vida que tanto cuidas de múltiples formas. Y todo, bajo un ambiente impredecible en donde los enemigos y las trampas pueden encontrarse en cualquier momento cuando menos te lo esperes. Y es posible que te quedes sin balas en el momento menos oportuno.

Es una aventura de exploración, dado que cuenta con escasa munición. El personaje mejora sus habilidades y es capaz de fabricar nuevo arsenal si se localizan las piezas concretas. Correr, en ocasiones, será el arma más efectiva, aunque esprintar consume energía, aunque esta se recupera si estás quieto. Es posible que nos encontremos un espejo, en donde regresaremos a una suerte de manicomio. Aquí se puede guardar el progreso tantas veces como se quiera si va a ver la enfermera llamada Tatiana. El juego hereda mecánicas de «Last of us» o «Resident Evil», lo que lo convierte en una propuesta muy interesante que se disputa en tercera persona en un ambiente hostil.

La historia en sí deja algo que desear y es algo confusa. Se centra tras un asesinato múltiple, en el que el detective Sebastián Castellanos se topa con una poderosa fuerza. Tras caer en una emboscada, en la que mueren varios de sus compañeros, deberá investigar los sucesos y le llevará a una serie de entornos en donde tendrá que sobrevivir a cualquier precio.

El motor gráfico funciona bastante bien, con perfiles y detalles bien definidos, aunque los entornos, en ocasiones, quedan difusos y carentes de vida. No es del todo realista. Es posible que la carga de terror psicológico, aplicada a otros títulos del género, brilla por su ausencia. La compañía desarrolladora promete una experiencia de juego de unas 20 horas. Además, cuenta con varios niveles de dificultad sobre la forma de jugar de cada uno, pero el modo de «supervivencia» puede llegar a desesperar por las veces que uno llega a morir. En definitiva, el género de «survival horror» prometido no es tal y estamos ante un juego cargado de tensión, sangre y acción.

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