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La radio digital, en «standby» en España

Noruega apagará su FM en 2017, mientras en nuestro país la tecnología DAB, el estándar de emisión de radio digital, tan solo llega a un 20% de la población

La radio digital, en «standby» en España

Iker Cortés

Noruega ya ha puesto fecha al fin de la FM. A partir del 11 de enero de 2017, el país nórdico iniciará su transición hacia la radio digital con diversos apagones que concluirán el 13 de diciembre de ese mismo año, en un proceso muy similar al que se ha llevado a cabo con la TDT de la televisión. La región será la primera del mundo en adoptar para todas sus estaciones la tecnología DAB+, un estándar de emisión de radio digital que, en una versión algo más primitiva , comenzó a implantarse en 1995 en diversos países. Por increíble que parezca, España formó parte de esa primera avanzadilla.

Las ventajas estaban ahí: DAB, que no es más que el acrónimo en inglés de transmisión de audio digital, permitía alojar en el mismo espectro de frecuencias que la FM necesita para ubicar una cadena, hasta seis programas distintos en estéreo con calidad similar a la de un CD o uno con audio 5.1 . DAB+, una mejora que se lanzó en 2007, es aproximadamente tres veces más eficaz en este sentido. Pero las virtudes no acaban ahí. La transmisión es más estable, garantizando una mayor calidad que la FM en la recepción cuando la señal es reducida y, sobre todo, en receptores móviles como los que se instalan en los vehículos. Además, l a tecnología reserva también un espacio para ofrecer contenido multimedia como textos e imágenes.

Sin embargo la expansión del sistema en nuestro país no solo se detuvo sino que dio pasos atrás. Javier Sánchez Pérez, presidente del Programa Estratégico sobre Plataformas de Radio Digital de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), lo explica: «La red comenzó a desplegarse en 2000. En 2002 y con 23 centros emisores ya se daba cobertura al 50% de la población». Pero no hubo campañas que alentaran la compra de receptores y el consumidor tampoco fue capaz de apreciar las ventajas. «Debes poner contenidos novedosos porque para escuchar lo mismo la gente no se gasta dinero», reflexiona Sánchez Pérez . Tras la llegada del DAB+, los radiodifusores volvieron a ponerse de acuerdo para tratar de migrar hacia esta nueva versión -incompatible, por cierto, con los primeros receptores digitales que salieron al mercado-. Fruto de ese consenso, el Consejo de Ministros dio a luz un acuerdo que establecía reducir la cobertura de DAB al 20% -en la actualidad solo se emite en este formato en Madrid y Barcelona- para migrar los centros emisores DAB+.

Pero la segunda parte del plan ni siquiera empezó. «Para hacer la transición debe haber dos cosas: voluntad y consenso». Habla Sánchez Pérez no solo del papel que juega la radio pública, sino también del de los fabricantes, de la adaptación de los vehículos -al fin y al cabo, el 'prime time' en la radio tiene lugar por las mañanas- y de los radiodifusores privados que, en su opinión, se caracterizan por «tomar medidas cortoplacistas y buscar la inmediatez en los resultados económicos». Y eso que los gastos de explotación de esta nueva tecnología se reducen entre cinco y diez veces. Pilar Martínez-Costa , autora del libro «La radio en la era digital» y profesora en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, coincide en que no hubo voluntad política ni empresarial. «Cuando se inició la andadura de la radio digital, las empresas consideraban que tenían las audiencias que querían y les interesaba mantener las reglas del juego».

El asalto de la radio «online»

Por si fuera poco a la radio digital le ha salido un competidor: las emisiones por ‘streaming’ a través de internet. «Con la radio online, el oyente ya obtiene todo lo que le podría dar la radio digital por medio de varios soportes -tabletas, móviles, televisores- y aún con mayor interactividad», continúa Martínez-Costa. ¿Significa esto que no hay espacio para el DAB+? El responsable del programa estratégico en la UER niega la mayor: «La radio puede ser online pero para audiencias pequeñas». Tiene sentido porque la emisión a través del espectro radiofónico tiene unos costes fijos, mientras que en el caso de la radio online los costes «se disparan por encima de los 9.000 oyentes ». Para el consumidor tampoco es muy rentable. Los españoles escuchan la radio una media de 111 minutos al día. Teniendo en cuenta que un 30% de ese tiempo se escucha con receptores móviles, «cada oyente gastaría una media de 8 GB de datos al mes». «Centrarse en la radio online es matar moscas a cañonazos», asevera.

Quizá la cuadratura del círculo se encuentre en los sistemas híbridos que suman las posibilidades del DAB+ con las de la banda ancha. «Junto a las imágenes y los textos, estos sistemas permiten implementar guías electrónicas de la programación, hacer encuestas e, incluso, conectar con una cámara de la DGT mientras el locutor da el parte del tráfico», dice Sánchez Pérez con entusiasmo. Además, si la señal de la radio digital se pierde por falta de cobertura, son capaces de seguir por la FM o por internet hasta que se vuelva a recuperar.

Con los apagones de Suecia y Suiza, previstos para 2022 y 2024, -Reino Unido ha retrasado el suyo de forma indefinida -, cabe preguntarse qué pasará en España. «Yo no creo en el apagón analógico en un país como el nuestro -afirma Martínez-Costa-. Creo que la radio debe intentar llegar a todas partes sin abandonar los lugares en los que ya está». Sánchez Pérez, por su parte, cree que España acabará yendo al sistema digital «forzada, cuando veamos que el entorno nos ha sobrepasado».

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