el mentidero
El inclusivo PSC
Tras la catarsis socialista, ahora le toca el turno de la inclusión partidista a CiU, donde Unió y un amplio sector de CDC empieza a hartarse del mileranismo de Artur Mas
MUY dados a lanzar la palabra y esconder su significado nos han salido los nacionalistas catalanes. A pocas semanas de que acabe el plazo que se han dado CiU y ERC para señalar fecha y pregunta de la consulta, aparece ahora Artur Mas proponiendo que ésta sea «inclusiva». Y se quedó tan ancho. Según la RAE, por «inclusiva» se entiende «que incluye o tiene virtud y capacidad para incluir algo». A día de hoy, no sabemos qué es ese algo. Posiblemente ni el «president» lo sepa porque a continuación, y con ese gracejo que le caracteriza cuando se dirige a su militancia, dijo: «Si supiese cómo será la pregunta tampoco os lo diría...». Puede que «inclusiva» se refiriera a una fórmula en la que se sienta cómoda esa amplia mayoría que siempre ha puesto el líder convergente como condición para llevar su transición nacional hasta el final. Condición que puede serle muy útil el día que, definitivamente, renuncie a la consulta.
De momento ya se ha descolgado el PSC. Lo hizo ayer en un Consejo Nacional extraordinario, éste sí «inclusivo», pues pretendía conciliar las dos almas tradicionales del socialismo catalán, más distanciadas que nunca. Esta bicefalia fue útil para el partido en aquella fase de «construcción nacional catalana» impulsada por Jordi Pujol tras la dictadura, pero ha dejado de serlo en la «deconstrucción» planteada por Mas. Durante años, el PSC se ahorró tener que elegir entre papá y mamá, pero después de aquel «José Luis (Zapatero), a tí te queremos, pero queremos más a Cataluña», Montilla dio tantas alas al soberanismo socialista que éste cayó en el seguidismo nacionalista, lo que contribuyó a hundir electoralmente a este partido. Eso y la falta de una auténtico líder. La victoria de Pere Navarro, que ayer impuso su apuesta por una consulta pactada con el Estado, sobre las tesis de un sector embalado en materia soberanista, no debe hacer olvidar sus anteriores fracasos como jefe socialista y que, en breve, tendrá que hacer frente a nuevas indisciplinas de voto. Tampoco puede tildarse de «españolista», como hacen ya algunos representantes políticos y mediáticos, a quien participa en la Comisión parlamentaria sobre el derecho a decidir y en la ponencia sobre la ley catalana de consultas populares. Otra cosa es que el referéndum llegue a celebrarse.
Tras la catarsis socialista, ahora le toca el turno de la inclusión partidista a CiU, donde Unió y un amplio sector de CDC empieza a hartarse del mileranismo de Artur Mas, empeñado en que llegará un día en que el bien, Cataluña, vencerá sobre el mal, España, porque así está escrito.
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