Suscribete a
ABC Premium

crítica de ópera

«Agrippina», alta costura en el Liceu

La genial producción, la primera obra maestra de Händel, inauguró el sábado la temporada lírica liceísta

«Agrippina», alta costura en el Liceu efe

pablo meléndez-haddad

Más de cuatro horas de espectáculo no cansan, y eso que la banda sonora responde a ese Barroco tan criticado por su incursión en los teatros de ópera. La genial producción de «Agrippina», la primera obra maestra de Händel, que firma David McVicar y que el sábado inauguró la temporada lírica liceísta, se encargó de convertir esta joya de museo en una comedia actual, deudora de las «soap operas» (aunque el regista reniegue de ello) y de los culebrones. Porque la lucha de poder entre esas dos modernísimas mujeres que son Poppea y Agrippina encuentran en la propuesta de McVicar, apoyada en la espectacular escenografía de John Macfarlane -autor también de los hermosos telones y del acertado vestuario que viste de alta costura a las antagonistas-, el mejor elemento, explicando la historia de manera ejemplar.

La versión, que añade arias alternativas, fue llevada a muy bien término por un inspirado Harry Bicket desde el podio, con una Simfònica liceísta de buen y cuidado sonido. McVicar tuvo la suerte de contar con unos c antantes- actores de primera. Malena Ernman fue un Nerone espléndidamente cantado y actuado: por fin una mezzo que parece un adolescente auténtico (aunque puesto de coca hasta las cejas). El Pallante de Henry Waddington es genial, con una voz timbrada a pesar de no poseer una coloratura transparente. Dominique Visse y Enric Martínez-Castignani, defendieron sus papeles con mucho mejor prestación actoral que vocal, mientras David Daniels dibujaba un Ottone impecable, aportando una voz en plenitud y una actuación escénica igual de sobresaliente.

También descolló el Claudio de Franz-Josef Selig, de voz viril y nada ‘barroca’, hechizador en su escena de entrada junto a la deseada Poppea, defendida por una de las voces más atractivas de la noche, la de una jovencísima Danielle de Niese, de gran dominio en el canto florido y que dibujara, como actriz , un personaje inolvidable. Sarah Connolly ya conocía la producción y maneja su Agrippina desde todas las aristas, con una entrega que es todo un lujo. La decadente historia, tan bien contada, con coreografías y una iluminación maravillosa -de Paule Constable- convirtieron este moderno culebrón en una digna inauguración de temporada.

«Agrippina», alta costura en el Liceu

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación