el oasis catalán
¿Diálogo?
EL nacionalismo catalán pide diálogo. ¿Qué diálogo cuando el President de la Generalitat afirma que «no hay marcha atrás» en el «proceso»?
EL nacionalismo catalán pide diálogo. ¿Qué diálogo cuando el President de la Generalitat -en sede parlamentario- afirma que “no hay marcha atrás” en el “proceso”? “Sin consulta no hay nada que negociar”, concluye. ¿Así se dialoga? Ninguna novedad: el President, en el discurso institucional (¿¡) de la Diada, dejó clara la hoja de ruta independentista: derecho a decidir, consulta, transición nacional y forma de Estado. ¿Así se dialoga? Para el nacionalismo catalán, el diálogo es excusa y escudo. Una arma al servicio de la causa. Excusa para propalar que el Estado no quiere dialogar. Escudo para protegerse de quien afirma que el nacionalismo no quiere negociar. Arma para descalificar al Estado. El nacionalismo catalán saca provecho de este “diálogo”. Ahí está algún consejero de la Generalitat que lamenta la falta de diálogo del Estado cuando el Gobierno se muestra poco receptivo a la propuesta de una financiación singular para Cataluña. ¿Alguien cree que este consejero quiere dialogar sobre la financiación? No. El consejero quiere mostrar que el Estado no está dispuesto a dialogar y aprovecha la coyuntura para evidenciar su buena fe y apertura de miras. ¿Qué hubiera declarado el consejero si el Gobierno hubiera dicho “sí” a una financiación singular para Cataluña? Fácil de imaginar: ya pasó el tiempo de la nueva financiación y la consulta es innegociable. Seamos claros, el nacionalismo catalán no quiere dialogar y solo lo hará -si lo hace- para sobrevivir políticamente.
Las palabras de la Presidenta del Parlament de Cataluña -“¡Marchen!-, en el lamentable incidente de la semana pasada, son la conclusión plástica de ese falso diálogo. No se trata de un acto fallido -expresar lo contrario de lo que se piensa, por decirlo a la manera del psicoanálisis-, sino de la manifestación consciente del “diálogo” propiciado por el nacionalismo catalán. Unos hablan y a los otros se les dice “callen”. Y no me vengan con el Reglamento -consulten el artículo 76.1- del Parlament.
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