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el oasis catalán

Decepción

Para frustración, la de un nacionalismo que se ha quedado sin el único jurista de reconocido prestigio que creía tener a su favor

miquel porta perales

Menuda decepción, la del nacionalismo catalán con Francisco Rubio Llorente. Resulta que en el mes de octubre de 2012, el jurista escribió un artículo en que afirmaba que la Constitución admitía la posibilidad de convocar un referéndum consultivo. A partir de ahí -¿recuerdan?-, el nacionalismo catalán encontró el argumento que buscaba: el referéndum es posible, pero no se convocará porque el Estado no quiere.

Al Estado le falta voluntad política, repetía una y otra vez -sigue repitiendo- la fiel infantería nacionalista. De hecho, Francisco Rubio Llorente ya advertía entonces que la Generalitat no podía convocar un referéndum, pero sí podía pedirlo al Estado. Advertía, también, que la petición se debía formular y resolver «de acuerdo con la Constitución». Esto es -decía-, convocada «por el Rey, a propuesta del Presidente del Gobierno, previa autorización de las Cortes» y «enmarcada en un conjunto de normas que den respuesta a las muchas cuestiones que no la tienen en la Ley Orgánica sobre modalidades del referéndum, que no contempla una modalidad de esta naturaleza». Hace quince meses, de todos estos requisitos -resumidos en «de acuerdo con la Constitución» del jurista- no se habló. Solo importaba el mensaje que, a la manera del pancartismo callejero, entonaba el «Sí se puede».

Y en eso que, la pasada semana, Francisco Rubio Llorente visita Barcelona y repite lo que ya había dicho en su artículo. Y puntualiza y añade algunas cosas más: que la secesión no puede plantearse «al margen de la Constitución», que la independencia llevaría «a una situación peor de la actual», que «el derecho a decidir hace imposible» cualquier reforma legal, que el «conjunto del pueblo español es el titular de la soberanía nacional» y que las elecciones plebiscitarias son el «sumun de la radicalidad» y que todo ello «generaría una profunda frustración». Para frustración, la de un nacionalismo que se ha quedado sin el único jurista de reconocido prestigio que creía tener a su favor.

Decepción

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