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el oasis catalán

El proceso

Mientras que ERC no sabe -quizá le da igual: cuanto peor, mejor- que se dirige al abismo; CiU, sí lo sabe, y no quiere perecer en el intento

miquel porta perales

Cien días después de la firma del Pacto por la libertad y el Acuerdo de gobernabilidad que han permitido que CiU esté al frente del Govern de la Generalitat, ¿cuál es el balance del así llamado proceso de transición nacional? De momento, el asunto se mueve, mayoritariamente, en el plano de la estrategia. Dos maneras de entender dicho proceso: la vía rápida i la vía lenta. ERC ha puesto la directa y quiere llegar cuanto antes a la independencia en el malentendido de que en un Estado catalán libre fluiría la riqueza colectiva y todos viviríamos muchísimo mejor una vez liberados del expoliador de toda la vida. Por su parte, CiU va con el pie en el freno -según convenga modera o acelera y según interese hace ver que modera o acelera (consciente -creo)- de que la cosa no está para echar cohetes teniendo en cuenta que el proceso no tiene el suficiente apoyo político, social, económico y legal. En definitiva, mientras que ERC no sabe -quizá le da igual: cuanto peor, mejor- que se dirige al abismo; CiU, sí lo sabe, y no quiere perecer en el intento.

La vía lenta de CiU explicaría los últimos movimientos del Govern: reunión de Pedralbes y llamada del President a restablecer puentes con Madrid, apuesta de Duran por el diálogo, valoración «constructiva» de Andreu Mas-Colell de la reunión mantenida con Cristóbal Montoro y encuentro de La Moncloa entre Mariano Rajoy y Artur Mas en el que solo se habló-dice el President- del llamado derecho a decidir y de la flexibilización del déficit.

¿Rectificará Artur Mas la aventura independentista -«el rumbo», señala- iniciada el 11 de septiembre cuando decidió ponerse al frente de la pancarta callejera? Por el momento -inasequible al desaliento-, parece que no. ¿Llegará a entender -en beneficio propio y de los ciudadanos- que no es oro todo lo que reluce? Probablemente lo entienda conforme vaya aproximándose al abismo y perciba lo que le depara el destino: el descalabro final que auguran las encuestas y la realidad nuestra de cada día.

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