arando en el mar
Canarias sueña con una aerolínea propia
No estaría de más que para evitar que el proyecto acabe como los demás, tengan en cuenta consideraciones de orden práctico
Al parecer, todos cuantos tienen algo que ver con nuestra industria turística como las patronales hoteleras, las agencias de viajes, y las autoridades responsables del turismo de las distintas entidades administrativas, entre otros interesados, han echado mano del refranero español y han comprobado en sus carnes que “a grandes males no queda otra que adoptar grandes remedios”. Ya era hora de que hicieran algo –aunque sea solo reunirse para llegar a algún acuerdo–, ante la evidencia de los problemas que la falta de conectividad de nuestras islas está provocando en nuestra primera industria.
Y no es para menos: según datos oficiales, en los últimos cinco años, que ha coincidido con la actual crisis económica, los vuelos nacionales hacia Canarias se han reducido un 30 %, siendo casi un millón de turistas peninsulares menos los que nos han visitado. De hecho, el declive de la conectividad aérea se ha convertido en una de nuestras debilidades a la hora de ofrecer Canarias como destino turístico. Pero no sólo nos falla el enlace aéreo con la península sino que ha caído otros como Alemania y el Reino Unido.
Para enfrentarse a dicho obstáculo, ya en su día se creó un comité de conectividad con la intención de crear una aerolínea propia –a la catalana–, que enlazará con todos los mercados europeos y con el peninsular; de forma que se fortaleciera nuestra conectividad sin tener que depender o estar sujetos a decisiones de terceros. Esta idea, que más parecía un sueño, se llevó a cabo ya en mayo de 2009 donde incluso Spanair propuso a Canarias que entrase en su accionariado a lo que se opusieron, principalmente el empresariado tinerfeño, por considerar dicha empresa “puramente catalana”.
Meses más tarde se proyectó una nueva aerolínea canaria a la cual le pusieron el nombre de “Fly Combi Canarias” que incluso tuvo sus incentivos fiscales amparados en la Zona Especial Canarias (ZEC), pero que tampoco tuvo mucha suerte y no pasó del papel y de los sueños meramente especulativos. Para, seguidamente, surgir otra idea, esta vez respaldada por unos pilotos, a la que denominaron “Islas Afortunadas Air” que no despegó ni en los sueños de quienes la idearon.
Ahora, cuando casi estamos tomando el final del 2013, se vuelve a plantear el viejo proyecto aéreo y el presidente de la Federación de Hostelería y Turismo de Las Palmas, Fernando Fraile, confirma que un grupo de empresas privadas quieren llevar a cabo un proyecto de aerolínea propia; citando de pasada que en dicha propuesta estarían integrados cinco exdirectivos de importantes empresas relacionadas con el sector como pueden ser Globalia, Marsans, Barceló y Spanair y Travelplan; invitando a participar en dicho proyecto a los empresarios de ambas provincias (Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife) con cuyas patronales ya se han reunido, así como con los garantes de Binter Canarias y el resto de los responsables públicos y privados del sector turístico en general.
No obstante, no estaría de más que para evitar que este nuevo proyecto acabe como los demás, tengan en cuenta algunas consideraciones de orden práctico: una aerolínea, y más en época de crisis, es un negocio cuya cuenta de resultados depende muchas veces de las decisiones, bastantes veces arbitrarias, de las autoridades aeroportuarias que encarecen las tasas aéreas para destinarlas a mantener infraestructuras la mayoría de ellas deficitarias; se depende, también, de los especuladores del petróleo; de los controladores aéreos y de los pilotos; además de velar por el gasto financiero (el leasing operativo), ya que en un entorno hostil unido a una precaria situación financiera puede acabar con cualquier sueño.
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