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EL BURLADERO

EL DICHOSO TABAQUITO

El tabaco, su consumo, es legal en España, mal que les pese a muchos. Sería mucho más fácil prohibir su consumo

EL tabaco, como al parecer les pasa a los toros, se ha convertido en un elemento más de la argumentación ideológica. Ya no se trata de establecer un debate sereno de los pros (pocos) y los contras (muchos) que el consumo de cigarros o cigarrillos ... comporta, se trata de establecer unos campos sectarios en los que no sea posible traspasar una sola albarrada. La pretensión de que se pueda fumar en algunas áreas del futuro Eurovegas ha desatado reacciones de una violencia argumental absolutamente insospechada. Unos han cargado contra la esencia misma del proyecto, cargado de putas y golfos a ojos de los severos inspectores sociales de la izquierda, y otros han lamentado que se venda la soberanía nacional –nada menos– a cambio de una minucia tal como equis miles de puestos de trabajo. Bajemos el balón. Las dos fuerzas más conservadoras e inmovilistas de España, la Izquierda y la Iglesia, coinciden en el diagnóstico después de recorrer diversos caminos: Eurovegas sólo traerá vicio y perdición. No le conceden siquiera una sola bondad. Pero no es el carácter lúdico y turístico del proyecto lo que les altera el nervio, es que se pueda dar curso al vicio del tabaco, es decir, que se pueda fumar en algunas zonas de los casinos como de hecho ocurre en los clubes de fumadores o, yendo más lejos, en los mismos casinos estadounidenses de Las Vegas (sí, sí, en el país que lideró la campaña mundial contra el tabaquismo se puede fumar en los casinos). El muy conspicuo y un tanto estalinista diputado Gaspar Llamazares ha llegado a afirmar que el Gobierno español legisla en función del interés de la Mafia, nada menos. Sería bueno saber si tal afirmación nace de haber visto muchas películas o de datos fehacientes de los que dispone su señoría y que, al parecer, no ha puesto a disposición de las autoridades españolas. El sueño de los Llamazares sigue siendo el de los comandos de barbudos entrando en las salas de juego y arrasando con las mesas de póquer. Todo para montar un casino peor: el del terror y la miseria que diseminaron por sus predios todos sus conmilitones. Y sé lo que digo.

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