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ABC Cultural

Alejandro Talavante: «El torero debe ser como un samurái»

ALEJANDRO TALAVANTEMatador de toros-Ha revolucionado el mundo taurino. ¿Dónde andaba escondido un torero como usted?-Toda mi vida ha sido el toro. A los once años me apunté a la Escuela Taurina de

Talavante participa esta tarde en un gran festival en San Sebastián de los Reyes

-Ha revolucionado el mundo taurino. ¿Dónde andaba escondido un torero como usted?

-Toda mi vida ha sido el toro. A los once años me apunté a la Escuela Taurina de Badajoz. Estudié hasta primero de bachiller, pero un día me levanté en mitad de una clase y le dije a la profesora: «No aguanto más». Y me piré. He estado tres temporadas de novillero, aunque apenas he sumado treinta paseíllos. Me ha resultado muy duro, porque los toros me han pegado fuerte. Pero me presenté en San Isidro, hice lo que hice y aquí estoy, con dieciocho años. Me lo he currado mucho para dar a Madrid lo que quiere contemplar.

-¿Cómo se logra poner de acuerdo a la afición más exigente en una sola novillada, aun sin cortar orejas?

-Haciendo las cosas muy de verdad y siendo distinto; de esta manera, el trasfondo y la repercusión adquieren otra dimensión. Hago lo que le gusta al aficionado de Madrid: el toreo, tan sencillo y difícil a la vez. He conseguido lo que me había propuesto desde pequeño: ver disfrutar a una afición de tanta categoría en la primera plaza del mundo. A mí lo que me inspira son los cosos grandes.

-¿Le hubiese gustado entonces tomar la alternativa en un escenario de mayor entidad que el de Cehegín?

-Me hubiera dado igual, porque la decisión ya estaba tomada. La categoría la da el torero y no la plaza.

-Hoy toreará un festival en San Sebastián de los Reyes, a las puertas de Madrid, rodeado de figuras como El Juli y Morante.

-Y anuncio que es el último festival que toreo, porque, con todo el respeto para mis compañeros, no me gusta. Si alguien me necesita para una causa benéfica, con mucho orgullo donaré los honorarios de una corrida, delante de un toro y vestido de luces.

-De momento, se ha alzado triunfador de las ferias de Badajoz y Granada.

-Ha sido maravilloso, especialmente sentir el calor de mi tierra extremeña. Pero si no me llego a poner en el sitio, me hubieran increpado.

-Su impacto ha sido tan grande que hasta los empresarios han abierto sus seriales para incluirle.

-Con lo complejo que es cambiarle la mentalidad a un empresario, me parece precioso que en Málaga o Almería me hayan incluido en sus abonos. Y antes daré la cara en Barcelona y Santander.

-Pisa terrenos muy comprometidos. ¿Conoce el miedo?

-Claro que lo conozco. Convivo todos los días con él. Pero tal vez me he hecho amigo de él. Y le digo: «Cuando salga el toro, te apartas de mí, y luego, si quieres, vienes conmigo».

-¿Y le escucha?

-Sí, pero antes paso mucho, sobre todo en el patio de cuadrillas. Tengo una maña para vencer los temores: pensar que cualquier día no vuelvo al hotel. Por eso me entrego cada tarde, porque mi mayor miedo es no ser feliz, no estar a gusto conmigo mismo.

-¿No le asustan las cornadas ni el fracaso?

-No tengo miedo a nada: sólo a mí. Un torero debe ser como un samurái: superar su dolor y tener un alto concepto de sí mismo. Debe saber que para ser importante no le puede hacer mella ni lo físico ni lo mental.

-¿Influyen la ambición y el dinero para plantarse frente a un toro?

-Creía que me iba a influir, pero ahora me da igual. Lo que más valoro es mi felicidad. No me interesan la fama ni el dinero. Es algo tan gris... Por el dinero está tan dividida la sociedad que lo tengo un poco de manía, pero no cabe duda de que es necesario tener que llevarse algo a la boca. Lo que me interesa es el entendimiento con el toro, y con dinero nunca nos vamos a entender él y yo.

-¿A qué viene Alejandro Talavante a los toros?

-A hablar con la espada y la muleta.

-¿Un sueño?

-Mi mayor ilusión es que se muevan los aficionados de plaza en plaza, que vuelva a resurgir la llama de la autenticidad y del concepto de héroe como torero. Quiero pegarle un empujón a esto.

-El último que lo alcanzó en mayor medida fue José Tomás, con quienes muchos lo comparan.

-Es un halago muy grande que me comparen con el maestro. Aunque somos diferentes, tenemos un concepto parecido. Además, las cornadas y los triunfos se los va a llevar Talavante, no José Tomás, puesto que soy el que vivo las faenas en el ruedo. Eso sí, captar la clientela del maestro para mí es fundamental: me llenaría de satisfacción.

-¿Qué le aporta Antonio Corbacho?

-Me ha enseñado el camino de la verdad y me ha ayudado a descubrir cuál es la senda para ser grande en el toreo.

-Ha pasado de ser un desconocido a ocupar el cuadro de honor. ¿Cómo lo vive?

-Estoy alejado de los comentarios que se vierten sobre mí. Pero hay que estar muy maduro para afrontar lo que se me viene encima, porque sé que he elegido el camino más difícil.

TEXTO: ROSARIO PÉREZ FOTO: EFE

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