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El otro problema migratorio de Melilla: los sirios

Casi un tercio de los inmigrantes que han accedido a la ciudad en 2014 son de origen sirio, que entran de una manera «menos llamativa» cruzando los puestos fronterizos con documentación falsa

El otro problema migratorio de Melilla: los sirios EFE

NOELIA RAMOS (EFE)

Los saltos a la valla de Melilla por parte de los subsaharianos son la imagen asociada a la presión migratoria que viene sufriendo la ciudad desde hace meses, pero el problema de la inmigración tiene una otra dimensión menos llamativa, pero igual de importante: la llegada de sirios.

El 2014 es ya un año récord en entradas de inmigrantes en Melilla, ya que, en menos de siete meses, las cifras ya superan a las de todo el año 2005, el hasta ahora «peor» año de presión migratoria que había sufrido la ciudad. Según las últimas cifras de la Delegación del Gobierno, hasta el momento, han sido más de 3.500 los inmigrantes que han accedido a Melilla este año de manera irregular, de los que unos 1.800 lo habrían hecho en más de una veintena de asaltos registrados en el perímetro fronterizo. Sin embargo, casi un tercio de los inmigrantes que han accedido a la ciudad en 2014, más de 1.000, son de origen sirio, en su mayoría familias que vienen huyendo de la guerra y que entran de una manera «menos llamativa», cruzando los puestos fronterizos con documentación falsa. Lo hacen aprovechando su parecido físico con los marroquíes, lo que dificulta más su detección y su control, ya que son alrededor de 30.000 las personas que cada día cruzan alguno de los cuatro puestos fronterizos que existen entre Melilla y Marruecos.

Se desplazan a pie o en vehículos, donde incluso se ha detectado a niños sirios haciéndose pasar por falsos hijos de melillenses de origen bereber, que pretendían acceder con el DNI de otro menor residente en Melilla. «Entran sin hacer ruido, pero la presión migratoria por parte de sirios es muy alta», asegura a Efe una fuente policial, que afirma que, al igual que en la valla, se deberían también tomar medidas para frenar la constante oleada de entradas de sirios. Bastaría, por ejemplo, según la fuente, con aumentar el número de interpretes en la frontera, ya que el acento de los sirios, nada tiene que ver con el de los marroquíes, aunque es algo que puede pasar por alto una persona que no tenga un amplio conocimiento de árabe.

Los sirios suponen en estos momentos casi el 50 por ciento de la población del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que alberga en estos momentos a unas 1.300 personas. Son el colectivo más numeroso, con más de 600 acogidos, y ello a pesar de que muchos de los que entran optan por no vivir en el CETI, sino por alquilar alguna vivienda o residir en alguna pensión, usando como medio de transporte los taxis de la ciudad. Ésa es precisamente una de las cosas que les diferencian de los subsaharianos, su poder adquisitivo. Y es que no deciden, en su mayoría, salir de su país por problemas económicos -aunque también los hay-, sino que lo hacen por la guerra.

Aunque podrían pedir protección internacional, no lo quieren hacer en España, ya que su teórico destino final son otros países de la Unión Europea, donde cuentan con un mayor arraigo, y pedir asilo les obliga a permanecer en el país donde lo solicitan. Es lo que explica que, pese a los números, sólo cuatro familias sirias han pedido protección internacional en la ciudad este año, un dato que llama la atención dada la situación del país del que proceden y el volumen de entradas que se han producido. Por la valla o por los puestos habilitados, Melilla sufre su peor crisis migratoria, una circunstancia que altera en parte la tranquilidad de una ciudad de apenas 12 kilómetros cuadrados, que día sí y al otro también, vive pendiente de su frontera.

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