Muerte de Adolfo Suárez: Adiós al primer presidente de la democracia
Artífice de la Transición, Suárez llevaba diez años apartado de la vida pública, y desde hace ocho no recordaba que fue presidente

El expresidente del Gobierno, Adolfo Suárez , de 81 años, falleció ayer a las tres y tres minutos de la tarde en la Clínica Cemtro de Madrid, donde permanecía ingresado desde el pasado lunes. El fallecimiento se produjo como consecuencia del agravamiento de la enfermedad neurológica que padecía desde hace una decena de años y que no le dejaba recordar que había sido presidente. La noticia de su óbito se esperaba desde que el pasado viernes su hijo Adolfo Suárez Illana aseguró que el «desenlace» era «inminente», e incluso puso plazo a este final: no más de 48 horas. Se ha cumplido.
Suárez había sido ingresado por una neumonía y, aunque el proceso remitió, su enfermedad continuó avanzando y, como explicó ayer la doctora Isabel de la Azuela, el desenlace final fue provocado por «una enfermedad pulmonar obstructiva crónica reagudizado, en el contexto de enfermedad de Alzheimer por deterioro neurológico severo».
Al expresidente no se le «han aplicado medidas extraordinarias en ningún momento» y se le impuso un «tratamiento conservador, de acuerdo con la limitación neurológica severa del paciente», según la doctora que le atendió durante estos años. Visiblemente emocionada, Isabel de la Azuela ofreció algunos detalles de los últimos días de vida del duque de Suárez, afirmando que «ha estado sereno, rodeado de su familia y con muy buena calidad de vida hasta el final de sus días».
En sus últimas horas, como desveló el doctor Pedro Guillén, «no se ha movido nadie de su lado», por lo que «se ha llevado el calor de su familia». Sus cuatro hijos (Adolfo, Laura, Sonsoles y Javier), sus nietos y sus hermanos han estado junto al expresidente desde que fue ingresado.
Mensaje del Rey
Una vez que se confirmó que el proceso de su enfermedad era irreversible, la familia informó a Su Majestad el Rey y al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy , que han seguido la evolución de su estado hasta el desenlace final. La familia pidió desde el primer momento que se respetara la intimidad y, agradeciendo el cariño de la clase política y de todos aquellos que se interesaron por su salud, aconsejeron que no se acercaran a visitar a su padre.
Tras conocerse el fallecimiento de Suárez, la primera reacción fue la de Su Majestad el Rey. En un emotivo mensaje a la Nación y ante la última foto que se hicieron juntos en 2008, Don Juan Carlos recordó al que fuera su «colaborador excepcional» durante la Transición. El Monarca destacó de Suárez «su lealtad a la Corona y a todo lo que ella representa: la defensa de la democracia, del Estado de Derecho, de la unidad y la diversidad de España».
Igualmente, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, compareció en el Salón de Tapices del Palacio de la Moncloa para destacar la «grandeza histórica» del expresidente, así como su «capacidad de forjar consensos» y de lograr «superar las divisiones y unir a los españoles en una gran causa común, la de la libertad, el bienestar y el desarrollo social en su conjunto».
Capilla ardiente
Los actos de despedida del expresidente comenzarán hoy a partir de las 10 de la mañana con la apertura de la capilla ardiente en el Congreso de los Diputados, en la que los Reyes, los Príncipes de Asturias, las autoridades y toda la ciudadanía podrán tributar su último homenaje a Suárez. Mañana martes sus restos mortales serán trasladados a Ávila, su ciudad natal, donde será enterrado en la catedral. Posteriormente se celebrará un funeral de Estado.
Adolfo Suárez González (Cebreros, 1932) estuvo casado con Amparo Illana (que falleció como consecuencia del cáncer en 2001) con la que tuvo cinco hijos: Mariam (fallecida también por cáncer en 2004), Adolfo, Laura, Sonsoles y Javier. Fue el hombre clave de la Transición. Su vida fue la de un hombre de Estado sin «vocación de estar en la historia», sino en la «Historia», la que está por encima de «la coyuntura» y se asienta en los principios, tal y como él mismo confesó en una entrevista inédita que concedió a ABC en 1980.
Licenciado en Derecho, participó desde muy joven en la vida política, de la mano de Fernando Herrero Tejedor, uno de los «reformistas» del régimen franquista. Vinculado a Televisión Española, fue nombrado director general (1969). Fue además gobernador civil de Segovia (1968) y procurador de representación familiar por Ávila en la IX y X legislaturas de las Cortes Orgánicas. Sucedió a su mentor, Herrero Tejedor, como ministro Secretario General del Movimiento tras su muerte, en 1975, en el primer gobierno de la Monarquía, presidido por Arias Navarro. Sería tras su dimisión cuando Suárez pasaría a ser presidente del Gobierno, en 1976, a instancias del Rey.
Ley de Reforma Política
Suárez fue su hombre de confianza y quien impulsó la reforma política que pasaría a los libros de Historia como Transición Española. Conocedor de las instituciones políticas del Régimen, fue el principal impulsor de la Ley de Reforma Política, con la que se desmontaba el franquismo y se abría el camino hacia la democracia.
Después de poner en marcha la primera reforma militar, con el nombramiento del general Gutiérrez Mellado como vicepresidente primero del Gobierno, emprendió la reforma del sistema político, con la aprobación de la amnistía, la legalización de partidos y sindicatos y la convocatoria de elecciones libres en 1977, unos comicios en los que venció con la coalición Unión de Centro Democrático, que él fundó. Llegaron los Pactos de la Moncloa y los estatutos de preautonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia, entre otras reformas. Y la más importante de todas: la Constitución, ratificada por referéndum el 6 de diciembre de 1978.
Gobernó cuatro años y siete meses, con cinco gabinetes, diversas remodelaciones y 58 ministros. Tuvo que afrontar dos intentos de golpe de Estado -en noviembre de 1978, la llamada «Operación Galaxia», y el 23 de febrero de 1981, con el asalto al Congreso encabezado por el coronel Tejero-, en un momento en que la joven y aún débil democracia parecía tambalearse.
Dimisión en 1981
Pero el que sería su último mandato fue a ratos amargo: superó una moción de censura del PSOE (1980), encajó duras críticas a su gestión e hizo frente a la crisis permanente en su partido. El hartazgo lo llevó a dimitir como presidente en 1981. Abandonó UCD para fundar el Centro Democrático y Social (CDS), con el que fue diputado. Con la presidencia de la Internacional Liberal y Progresista (1989) ganó relevancia internacional, mientras su imagen en España se iba apagando, lo que se tradujo en un fracaso electoral del CDS. En 1991 dejó la política activa.
Su última aparición pública fue en 2003, para respaldar la candidatura de su hijo Adolfo a la presidencia de Castilla-La Mancha. Aquejado de su enfermedad, perdió el hilo del discurso. Tras numerosas hospitalizaciones, la llama de Suárez se ha apagado. Pero su luz ilumina ya la historia de España.
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