Rajoy baja su nota más de la mitad en dos años: ¿por qué no conquista a las masas?

Rajoy tenía una calificiación de un 2,78 en la oleada de octubre de 2013, una nota ya deficiente, pero con el nuevo examen ha recabado la puntuación más baja de su carrera política y también la peor que ha obtenido en la serie histórica de barómetros un máximo mandatario del país en democracia. ¿Por qué?

Menos de la mitad de la puntuación en justo dos años es una bajada, en parte, ocasionada por el «desgaste de Gobierno que sufren todos los presidentes en el poder y que está sufriendo» también el gallego. El profesor Rodríguez Virgili, también director del Máster de Comunicación Política y Corporativa en esa Universidad, colige que ese deterioro a la vista pública «es evidente en un momento en el que las políticas no son populares, como lo han sido todas las medidas que ha tenido que adoptar en esta primera etapa de la legislatura». Los politólogos y expertos tanteados suman también el efecto rebote de la «desafección política» general que padecen ahora mismo los ciudadanos. Un muy desgastado José Luis Rodríguez Zapatero abandonó La Moncloa con el termómetro del CIS colocado en un sonoro suspenso, un 3,06, pero aún estaba por encima de lo que en estos momentos está su sucesor en las huestes socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, también en caída neta en la criba ciudadana: recibe un 3 en la última macroencuesta del CIS. El CIS entrevista a la población, es un reflejo de su concepción, de su estado. En estos momentos, Rajoy se ve golpeado por tres factores que explican su nota, pese a los primeros síntomas de mejora económica: que ésta todavía no es patente para el ciudadano de la calle (el CIS no entrevista al empresariado ni a banqueros, que sí pueden comenzar a advertir los índices de la macroeconomía); que adolece de grandes dotes personales de liderazgo y carisma (el único cinco que ha recabado del CIS en su trayectoria política sucedió en enero de 2004, a las puertas de las elecciones generales que le enfrentarían a Zapatero, cuando obtuvo un 5,02); y que España atraviesa una crisis de credibilidad en su clase política. «Cuando las cosas van mal, cuando la situación es mala, a la postre el culpable siempre es el que está en el Gobierno», sintetiza en una frase el consultor político José Luis Sanchís.

Llama la atención que esta terna de motivos que están detrás de la pregunta inicial sean reproducidos, casi como una calcamonía, por Rodríguez Virgili, Sanchís, así como por Francesc Pallarés, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Los tres cuestionan de plano el poder de atracción que suscita Rajoy entre las masas, al tiempo que destacan que el cuarto indicador clave contra la valoración del mandatario popular es el «factor tiempo». Pallarés esgrime que la evolución de la situación ha ido a peor, desde ese mismo momento en que se fustigó con la derrota al expresidente del Gobierno socialista, y al que la crisis habría conducido más abajo del 3,06 de permanecer en el cargo. Por tanto, desde el estallido de la crisis hasta hoy, el que ha pagado «el pato» en cuanto a resultados de evaluación ciudadana por la coyuntura económica nacional ha sido, en realidad, Rajoy.

«La crisis no se ha arreglado, así que ha perjudicado a Rajoy» «Los ciudadanos ven que el problema no se ha arreglado, así que esto ha perjudicado al jefe del Ejecutivo» que está a los mandos del país, complementa José Luis Sanchís. «Los datos macroeconómicos tampoco se han trasladado todavía a la vida normal, así que en función de la percepción de la situación universal» de la muestra poblacional Rajoy podría escalar en esas encuestas. El nivel de vida de la gente, en suma, será lo que condicione esa hipotética mejora de Rajoy, augura el profesor Francesc Pallarés.

Los especialistas de la «res pública» señalan que el factor tiempo se mutiplica por el factor «impaciencia» de las personas, así que es «un conjunto de elementos» lo que da respuesta a la pregunta inicial. Sin paños calientes.

«Todo parecer indicar que llegado a un momento determinado, se empezaría a subir algo en esta consideración general, porque más abajo tampoco se puede llegar en cuanto a la situación económica, pero dependerá, siempre será un factor la percepción que las personas tengan de su propia economía», completa Pallarés. Y eso se puede notar más, dejan entrever, en las preguntas del CIS relativas a la intención de voto, en mayor medida que en las cuestiones de ósmosis personal con Rajoy. Cuestiones divisorias como la Ley del Aborto, por ejemplo, o los límites puestos a la justicia universal, pueden no contribuir demasiado a dar alas al santiagués en esta «tasación» pública, postergan. De cualquier modo, el catedrático del campus de Barcelona opina que esa estimación ciudadana puede registrar una ligera subida en tanto en cuanto la población ligue a los resultados económicos a los esfuerzos del Gobierno del PP, y le haga «responsables» de ese repunte de los índices económicos del país.

Sanchís atribuye también parte de los datos a la estructura del índice, de cómo se calcula el propio CIS, porque, afirma, «a un líder político le vota toda la población: los que están a favor le dan una nota razonable -entre un 4 y un 8 normalmente-, y los que están en contra lo ven todo fatal y lo vapulean con una nota de entre un 0 y un 2», así que la media resulta notablemente baja. El promedio deviene en una puntuación, a menudo, «injusta e inadecuada», considera este consultor experto en temas políticos.

Conforme al último barómetro del CIS, difundido el pasado 5 de febrero y cuya muestra fue interrogada durante la primera quincena de enero, Rosa Díez es la líder con mejor puntuación, un 4,15 (tenía un 3,96 el pasado mes de octubre). La cabeza visible de UPyD es, junto al portavoz parlamentario de ERC, Alfred Bosch, que obtiene un 3,77 (en el último barómetro tenía una décima menos), los únicos dos políticos que mejoran en esta encuesta, siempre en comparación con la anterior. De hecho, el propio sondeo no aprueba a ningún dirigente, no salva de la quema a este gremio, al que sigue situando como una de las mayores preocupaciones del país y no vira la mala nota de sus gobernantes porque «no opina por una creencia a ciegas» de que la cosa va a mejorar, «hasta que no lo experimente en propias carnes y lo vea, no lo crea», añade el profesor de la Universidad navarra. «Los políticos en general están achacando la crisis de confianza también, al margen de sus actuaciones personales. El contexto es diferente al de Zapatero al dejar Moncloa. Ahora no hay diferencias y tanto los dirigentes del Gobierno como los de la oposición están pagando este momento, es correlativo»: el momento y el suspenso generalizado a todos los mandatarios.

En la última encuesta del CIS, solo Díez y Bosch mejoraban su puntuaciónEl director del Máster y formador de alumnos en Comunicación Política alega que ni como ministro ni como jefe de la oposición, Rajoy destacó por su buena nota ciudadana. Pero cree, como otros de los analistas interpelados, que lo sabe y es perfectamente consciente. «En tiempos de crisis, se demanda al presidente del Gobierno más apariciones, pedagogía, que explique más las medidas y que dé más la cara. Se demanda mayor presencia y liderazgo al presidente. Pero la estrategia de Rajoy está claramente pensada y medida por parte del Gobierno. Considera que se está trabajando bien, en la dirección correcta para que las reformas den su fruto, que "está donde tiene que estar", como dice habitualmente, y las dos estrategias, la de aparecer y no aparecer, pueden ser buenas. Es premeditado: creen que si las medidas empiezan a ser tangibles para la población, si algo se mueve y empiezan a bajar las tasas drásticas de paro, el ciudadano lo notará y comenzará a reconocer el esfuerzo ímprobo que se ha acuñado desde el Gobierno» para dar la vuelta a los brotes negros de la economía. En cuanto a los pronósticos de futuro, el profesor Rodríguez Virgili infiere que «mientras eso no llegue, será difícil que el papel del jefe del Ejecutivo mejore su respaldo. Es muy complicado que Rajoy se sobreponga a los datos, si la coyuntura no se percibe por la población como mejor, su imagen no mejorará».