análisis de opinión
Operación del Rey: Conjeturas sobre una cadera
La Constitución concibió un monarca eternamente joven y en disposición de servicio
En el Parlamento podía apreciarse ayer una notable falta de calambre. En parte, por la ausencia de Rajoy, que tampoco es que sea el hombre como si cancelan los Rolling Stones, pero sí dejó desmochada la jerarquía de la sesión. Además, había una sensación ... periférica, pues el cogollo de la información estaba en la cadera del rey y en las incertidumbres que emanan de su penoso bricolaje. A este respecto, algunos diputados y colaboradores del PP, durante una charla relajada, de las de apurar el último Sol de la estación, en el patio, admitían que algunos supuestos de inhabilitación deberían haber sido reglamentados hace mucho tiempo por la Constitución, que concibió un monarca eternamente joven y en disposición de servicio. Se diría que al Parlamento de pronto le ocurre con el Rey lo mismo que a mi hijo mayor conmigo: la muerte de un pajarito en un episodio de «Caillou» ha hecho que ahora me relacione con una angustiosa idea de finitud para la que no había nada previsto en su pequeño ordenamiento de las cosas.
La sesión fue extraña porque nadie pronunció la palabra Bárcenas. Al menos, que recuerde, pero es verdad que a veces me evado y me pongo a pensar en cosas como el volley-playa femenino. Soraya Rodríguez, que estuvo muy contenida en lo gestual, hizo una incursión en el argumento económico. En el PSOE, conscientes de cuánto pesa su balance de gobierno reciente, de vez en cuando tantean la economía como para comprobar si ya pueden hablar de ello sin que les arrojen al rostro la «herencia recibida». Ese comodín fue usado por la vicepresidenta, que atribuyó a Zapatero desaguisados como el «mayor historial de recortes», como insinuando que ello les quita legitimidad económica. Además, se amparó en los indicios de recuperación para coaccionar a Soraya Rodríguez con la advertencia de que el PSOE se está arriesgando a quedar como el partido que trató de sabotear la inflexión de la crisis: «Oposición a la recuperación» , les dijo que eran, renovando así el tópico de los palos en las ruedas con el que Fernández de la Vega intentaba neutralizar al PP. La táctica es la misma: emplear la emergencia para hacer pasar por irresponsable la aplicación rutinaria del contrapeso.
Ruiz-Gallardón anduvo buceando en los totalitarismos del siglo XX. Primero, Cayo Lara le inquirió sobre el cumplimiento de la ley de memoria histórica y los cadáveres en «cientos de cunetas», acusándolo además de bloquear las investigaciones abiertas en tribunales argentinos. El ministro le respondió con la lectura de un alegato de la amnistía pronunciado, en nombre de «nosotros, los comunistas», por Marcelino Camacho durante las conciliaciones de la Transición. A lo cual añadió que Lara ni sabe de pasado, ni tiene nada que aportar al futuro. Después, CiU le pidió un endurecimiento, comparable al que hay en Alemania, de los delitos relacionados con las menciones del nazismo. Ruiz-Gallardón mostró su acuerdo con una reflexión genérica en la que no faltaron pertinentes referencias a Hanna Arendt. Pero, en realidad, y con toda la razón, lo que CiU quería es que alguien ponga freno a las analogías entre el nacionalismo catalán y el nazismo, que sale trivializado de estos excesos discursivos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete