Espionaje en Cataluña: una trama de todos contra todos con cientos de implicados
Los partidos, además de investigarse entre sí, usaron Método-3 para «asuntos internos»

En el año 1996, cuando en Cataluña aún pervivía el mito del «oasis», un partido ordenó que se hiciese un «barrido electrónico» de su sede en Barcelona. Nadie esperaba sorpresas, pero sí las hubo. Se encontraron hasta dos micrófonos, según explica a este diario un dirigente de la formación, tan sorprendido entonces, como ahora, de que el espionaje y el juego sucio estuviesen instalados en el corazón del sistema político catalán. El episodio de los micrófonos en la sede del partido se cerró sin que saliese a la luz pública, al contrario de lo sucedido con la trama destapada en los últimos días, un escándalo que ha dinamitado el ya muy deteriorado clima en Cataluña de confianza mutua entre los partidos, y dentro de los mismos, imprescindible para el funcionamiento de una democracia más o menos sana.
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«Esto lo cambia todo. Sin un mínimo de lealtad es imposible la política», asegura otro dirigente que, como el resto de sus colegas y otras personalidades influyentes vive estos días en estado de paranoia permanente, evitando hablar por teléfono móvil, buscando «líneas seguras», como en una mala película de espías. La paranoia, hay que decirlo, parece justificada a tenor de lo que se va conociendo de un escándalo que, aún sin bautizar, bien podría conocerse como el «Camarga gate», en alusión al nombre del restaurante donde comenzó a destaparse todo.
Un micro entre las flores
En el corazón del Ensanche de Barcelona, La Camarga es un restaurante de tipo medio, con varios reservados, habitualmente frecuentado por periodistas y políticos, especialmente del PP, ya que su sede queda a pocas calles. Fue en uno de sus salones donde el 7 de julio de 2010, la presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, almorzó con Maria Victoria Álvarez, Vicky, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, hijo del expresidente de la Generalitat. En el centro de la mesa, el jarrón con flores escondía un sofisticado micrófono que, al parecer, no sólo grabó ese día sino que estuvo operativo al menos un mes.
La conversación, además de sobre asuntos de índole íntima que ayer comenzaban a filtrarse, se centró en los supuestos manejos de Jordi Pujol Jr. con bolsas llenas de dinero negro saliendo y entrando de Andorra, una denuncia que una despechada Vicky ratificaría dos años después en sede judicial.
Los encargados del operativo de escucha, dos «agentes» de Método-3, la agencia de investigación en el centro del huracán y que habría actuado por encargo del exsecretario de organización del PSC, José Zaragoza, interesado en recopilar datos que incriminasen a una CDC en ese momento acorralada por el caso Palau. Lo que en un primer momento parecía un caso gravísimo, pero limitado, de espionaje político -denunciado ante la Justicia por el PPC- ha acabado por tomar cuerpo, transformándose en una tupida trama que, más que una película de espías deviene sainete, donde todos se espían entre todos, también internamente, y en la que el círculo de espiados se amplía a empresarios, jueces, periodistas y hasta figuras de la prensa rosa.
Mercadeo de dosieres
Este fin de semana se conocía que el ex presidente de la Generalitat José Montilla, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, el comisarío europeo Joaquín Almunia o el empresario Gerardo Díaz Ferran podrían estar entre los investigados por Método-3. También trascendía que el consejero de Empresa Felip Puig habría sido investigado por su propio partido, en este caso por orden de Germà Gordó, consejero de Justicia.
Sí una parte de las investigaciones parece tener su origen en el encargo concreto de alguien, otra parece responder a la iniciativa propia de Método-3, que se dedicó a elaborar «dosieres» que ahora, como explicaba una fuente conocedora del caso, estas últimas semanas están circulando por Barcelona con objeto de ser vendidos, en primer lugar a los propios afectados o a quien pudiera interesar. La propia agencia Método-3, y extrabajadores descontentos, estarían en el origen del mercadeo de unas carpetas o expedientes que, por lo que se ha conocido, son en su mayoría recopilaciones de informaciones más o menos conocidas y de rumores.
En toda la trama aparece como figura clave Xavier Martorell, militante de CDC y actual director de Prisiones de la Generalitat, a quien se atribuyen los encargos de investigaciones internas dentro del partido, y que sería la persona de enlace con Método-3. Martorell ya era cliente de la agencia cuando en 2008 se ocupaba de la seguridad del Barça y en el apogeo del laportismo, se ordenó espiar a cuatro vicepresidentes del club.
Como adelantó el ministro del Interior, Jorge Fernández, hay mucho material, y la Policía está investigando a fondo tanto para hacerse con los dosieres de que aún no dispone como para analizar los expedientes que esta semana entregó un extrabajador de la agencia. En todo caso, las sorpresas van a proseguir en un escándalo que impacta de lleno en el sistema político catalán, y de manera especial en CiU y el PSC.
De hecho, y como adelantaba el pasado sábado ABC, durante el último año del segundo tripartito, en 2010, la agencia Método-3 recibió subvenciones por valor de 45.000 euros en concepto de ayudas a la innovación e internacionalización, una ayuda que se sumaba a los 30.000 euros que cobró de la administración por elaborar un sorprendente informe sobre el cultivo de la avellana.
A estas alturas, y al margen de lo que trascienda de la investigación policial, y luego la judicial, nadie parece ser capaz de adivinar el verdadero volumen de un caso que ha convertido el fangal de la política catalana en un escenario para las aventuras de Mortadelo y Filemón.
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