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«Vivimos una época muy ‘punk’; por ahora del futuro no se puede hablar»

A punto de finalizar la carrera de Filología Hispánica, aporta en el currículum el haber publicado su primer libro a los trece años. Esto la convirtió en la autora española más joven con un contrato editorial. Cosechó premios por doquier y cuenta ya con seis referencias en el mercado. Tiene toda una vida por delante esperando impaciente a la vuelta de la esquina.

–¿Cómo fue la Feria y el Día del Libro?

–La climatología no ha acompañado a la celebración y creo que la gente tampoco está muy hecha a este tipo de eventos. Puede que también haya influido el cambio de fechas y el emplazamiento, porque cuando se ha hecho en la Explanada y en verano, se veía a más público paseando por allí, sobre todo a los jóvenes. El Día del Libro ha ido mejor, parecía más animado. Fui como lectora y a acompañar a los autores de mi editorial, algo que siempre se agradece. Pero no pude comprarme nada porque soy joven y no tengo trabajo…

–¿Es preciso este tipo de celebración?

–Creo que sí, especialmente Sant Jordi: la gente se enamora un poco más y regala un libro, se genera ese ambiente especial que se da en la literatura con amores empedernidos por las letras que en un ataque de locura se quieren dedicar a esto. Se provoca también el recuerdo de algo olvidado el resto del año.

–Posee un buen número de galardones, ¿le vienen bien?

–No son necesarios, hay gente por ahí que escribe fenomenal, tiene ideas brillantes y no recibe premios. Particularmente me han servido para que me creyeran, especialmente cuando envié el currículum a la editorial y ya aparecían los que me habían concedido. Ahora no recibo tantos, estoy en los jurados y profesionalmente las cosas cambian. Pero al empezar tan joven, me ayudó.

–¿Castellano o valenciano?

–Para mi es igual, por suerte estudié en el colegio Enric Valor de Alicante, un centro con una fuerte tradición y una excelente línea en valenciano. Cuando estaba en Sexto de Primaria escribí la obra «Prohibit caçar papallones», representada en el Teatro Arniches con motivo de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos. Tuvo mucha repercusión y fue muy bonito para mi. A partir de ahí se abre otra etapa, eso sí, la mayoría de mis libros están traducidos y escribo mis poemas en valenciano. Me resulta más fácil y encuentro más musicalidad.

–En sus trabajos ha abordado la inmigración o la anorexia.

–La inmigración es un asunto que siempre me ha preocupado. Veía que la gente tenía que venir a España a trabajar y me perturbaba que a nosotros un día nos pudiera pasar lo mismo. Por desgracia no me he equivocado. Conocí a una chica de mi edad en mi pueblo, Pilar de la Horadada. Pasábamos los veranos juntas y me contó su experiencia. Sus padres la dejaron en su país y no pudieron regresar a por ella hasta pasados cuatro años, cuando habían arreglado los papeles y tenían trabajo. Ella, en cambio, hizo su vida en su tierra y no quiso venirse aquí nada más que temporadas. Respecto a la anorexia, abordé el problema como una contraposición a lo anterior. Hay gente que lo tiene todo y nunca será feliz y otros que, sin tener nada, sí lo son. No conocía demasiado del tema y tuve que investigar bastante, sobre todo en internet.

–Tanto que su libro «Porque eres mi amiga» cruzó el charco…

–Sí, fue utilizado como referencia en el doctorado «La anorexia en la narrativa española 1994-2008» de la profesora Beth Butler, de Estados Unidos.

–También ha escrito sobre la incomunicación entre los jóvenes y adolescentes. Hay quien dice que utilizan los móviles como «caparazón» ante la realidad.

–Imagino que hay muchos que no saben lo que nos ha caído encima ni lo asimilan. Las nuevas tecnologías, que por otra parte tanto bien nos hacen, les sirven como refugio. En cambio se pierde el contacto personal y se cambia por el «whatsapp». No sé si es que no quieren ver la realidad. Mi relación con las máquinas no es muy estrecha que se diga, las utilizo sin depender de ellas.

–No para de presentar sus libros ni de impartir talleres en colegios e institutos.

–Me encanta ver la reacción de los niños, no la ocultan, y me gusta que me cuenten qué les han parecido. Parece que no, pero les dan muchas vueltas a los temas. Son muy sinceros, para mi los mejores críticos literarios que tengo. Les aclaro las dudas que puedan surgirles, hablamos… Aún recuerdo cuando Gonzalo Moure, autor de «Palabras de caramelo», vino a visitarnos al colegio. Tenía once años y me «enamoré» todavía más del libro al conocer al autor.

–Atrévase a mandar un mensaje en positivo a sus compañeros de generación:

–¿Positivo…? Si en la juventud ya resulta complicado encontrarte a ti mismo y hacerte un hueco en el mundo, más difícil todavía es conseguirlo si la situación está tan mal como ahora. Por eso todo está centrado en lo inmediato, por eso triunfa ‘twitter’, pones algo y lo borras. Vivimos una época muy ‘punk’; del futuro no se puede hablar.

–A lo mejor un día le dedican una calle o una plaza en Alicante o en Pilar de la Horadada.

– Me gustaría, siempre que lo hagan mientras esté viva. Lo malo de los homenajes es que, cuando te los dan, sabes que no te queda nada.

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