punto de fuga
Si Grecia cae
josé garcía domínguez
Al paso que van las cosas, nuestra generación podría pasar a la historia como la que asistió en vida a la desaparición del comunismo… y del capitalismo. Un hito memorable que, en la parte que ahora nos toca, tendría mucho que ver con un error ... poético. Poco se ha reparado al respecto en el daño que pueden provocar las malas metáforas. Imágenes falaces como ésa, aquí tan común, que equipara la economía de un país a la de una familia. Peregrina necedad que ignora la gran paradoja de la lógica social. A saber, que conductas racionales desde el punto de vista individual son susceptibles de acarrear un desastre al ser adoptadas por toda la colectividad. Por ejemplo, el ahorro pertinaz, una virtud moral en las personas aisladas y, al tiempo, la carta de suicidio para una nación si el común diese en adoptarla a rajatabla. No solo las pistolas, las metáforas también las carga el diablo.
Sin ir más lejos, he ahí el tópico de la «gangrena» griega. Únicamente mutilando con expeditiva cirugía el miembro infectado se podrá curar el enfermo, nos ilustran los «expertos». Según ellos, no quedaría más salida que la de Grecia del euro. Nunca deben haber visto una estampida en esos documentales de animalitos que emiten en La 2. En Argentina, cuando el fin de la paridad con el dólar, el peso perdió, de entrada, el setenta y cinco por ciento de su valor. Pecata minuta en comparación con lo que sucedería hoy si en Grecia tuviese que resucitar el dracma de entre los muertos. Así las cosas, el pago de la deuda ya no supondría un asunto de millones de euros, sino de millones de años. Llegado ese momento procesal, si Atenas se despidiese a la francesa de la Unión Europea, entre el Apocalipsis del euro y el derrumbe en cadena del sistema financiero del Mediterráneo solo se interpondría el bombero Draghi. Y tras él, el diluvio. Desengáñense los cándidos, si Grecia cae, caeremos todos.
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