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El «stand by», una fuente de energía malgastada

La factura eléctrica de una familia media ronda los 650 euros al año, y unos 54 los «disipan» los electrodomésticos que no están funcionando

El «stand by», una fuente de energía malgastada ARIZONE

PILAR QUIJADA

El «stand by» , un anglicismo que hace referencia al consumo energético de los electrodomésticos cuando no se usan, es una nada despreciable «fuente de energía malgastada» en los hogares, como acaba de poner de manifiesto el primer «Estudio sobre el consumo energético del sector residencial en España», presentado recientemente en el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) .

Una de cada doce facturas de la luz se va íntegra «sin ningún lucimiento», desperdiciada por los aparatos que se encuentran a la espera de entrar en funcionamiento en nuestros hogares. Una cantidad que casi triplica a la energía eléctrica que utilizamos en la refrigeración de nuestros hogares, que está en funcionamiento tres meses al año durante unas cinco horas cada día.

Y esto en un país como el nuestro, en el que el abastecimiento energético predominante es la electricidad , seguida por el gas natural . De ahí que la factura eléctrica de una familia media ronde los 650 euros, de los que unos 54 al año los «disipan» los electrodomésticos que no están funcionando. En total el «stand by» es el cuarto responsable del consumo energético de los electrodomésticos en nuestros hogares, sólo superado por el frigorífico (un tercio del consumo total), la televisión, presente en todos los hogares por duplicado, y la lavadora.

El «stand by», el cuarto responsable del consumo eléctrico

Las instalaciones eléctricas en los hogares son muy antiguas

Buena parte de esta energía desperdiciada se escapa por los enchufes múltiples , alargaderas y ladrones , presentes en el 74% de los salones y el 62% de los dormitorios de nuestros hogares. Un uso que prolifera debido a que las instalaciones eléctricas en los hogares españoles son muy antiguas, como acaba de poner de manifiesto el estudio llevado a cabo conjuntamente por la Fundación Mapfre y la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid .

Una de cada 3 viviendas tiene una instalación eléctrica de más de 24 años de antigüedad y aproximadamente en una de cada 10 la instalación supera los 35 años. Datos muy significativos, resalta el informe, si pensamos que las necesidades de consumo en el momento de su diseño nada tenían que ver con los requisitos actuales, dado el incremento del equipamiento actual en aparatos eléctricos: vitrocerámica, lavavajillas, secadoras , ordenadores, cargadores de baterías, aspiradoras, impresoras, etc.

Evitar la proliferación de los alargadores es una medida sensata que reduce riesgos en el hogar por sobrecarga . Pero en caso de utilizarlos se ahorra energía si disponen de un interruptor que nos permita apagarlos cuando no están en uso.

Evitar la proliferación de alargadores reduce el riesgo de sobrecarga

La sustitución de electrodomésticos viejos y el cambio a bombillas de bajo consumo son otras buenas medidas

Como nota positiva en las tendencias para mejorar la eficiencia energética hay que señalar que los esfuerzos realizados en los últimos años, con los planes renove -que han permitido sustituir 20 millones de viejos electrodomésticos por otros más eficientes- o el cambio de bombillas incandescentes por las de bajo consumo han dado su fruto.

En total, ha supuesto un ahorro equivalente a 500 millones de barriles de petróleo y una importante reducción de emisiones de CO2, como recordaba recientemente Carmen Pretel, del Instituto de Tecnologías Energéticas de la Universidad Politécnica de Cataluña , aunque también ha contribuido a este ahorro la instalación de 460.000 semáforos con luz de «led» o la regulación de la temperatura en edificios públicos.

Menos renta per cápita

No obstante, coinciden los expertos, aún nos queda mucho camino que recorrer en lo que a eficiencia y ahorro energético se refiere. Seguimos un 15% por debajo de la media europea , lo que significa que hemos de seguir mejorando, como establece el Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020 .

Como ejemplo, en España consumimos lo mismo que en Inglaterra, pese a tener más horas de luz y menos renta per cápita. Y más que Italia, que tiene unas condiciones climatológicas parecidas a las nuestras. Y no hay que perder de vista que los hogares suponen la quinta parte del consumo final y cuarta del consumo eléctrico en España.

En la segunda mitad del siglo XX la principal preocupación era que la producción energética cubriera el consumo. De hecho, un aumento de producción de electricidad era un signo de bienestar, como recordaba Roerland Mertens, del Eurostat , en la presentación del Estudio energético en el sector residencial . Por el contrario, en el siglo XXI la preocupación principal es reducir el consumo. Y es que el cambio climático depende en un 80% del uso que hagamos de la energía, como señalaba Francisco Maciá, de Minetur .

ABC

La zona mediterránea concentra la mayor parte del consumo energético anual

Los resultados obtenidos con este estudio -que ha durado 18 meses y para el que se han recogido datos de las tres zonas climáticas (atlántica norte, continental y mediterránea) y dos tipos de viviendas (pisos y unifamiliares) mediante encuestas telefónicas y presenciales-, han permitido conocer también que el consumo energético en los hogares españoles está basado fundamentalmente en la electricidad y el gas natural y en menor medida en el gasóleos y biomasa . Y que la zona mediterránea concentra la mayor parte del consumo energético anual, seguida de cerca por la zona continental.

A pesar de vivir en un país privilegiado en cuanto a horas de sol, aún hay una baja representatividad aunque con tendencia al alza de la energía solar térmica . Y es en la zona mediterránea (costa este, Andalucía y los dos archipiélagos) donde esta fuente renovable tiene una mayor presencia en los hogares, satisfaciendo el 1,5% del consumo energético anual, por encima de la media nacional, que se sitúa en el 0,9%. En total, en todo el territorio nacional 160.000 de los 17 millones de hogares tienen sistemas de energía solar térmica.

Las renovables en el hogar

Las energías renovables en conjunto, dan cuenta del 16% del consumo energético total doméstico, que en esta modalidad está liderado por el uso de algún tipo de biomasa (leñas y ramas, briquetas, carbón vegetal y pellets), que se utiliza en un millón de hogares. De hecho, el 35% de las calefacciones se abastecen fundamentalmente de leñas y ramas, especialmente en medios rurales. Un porcentaje equiparable a los derivados del petróleo (35%) y mayor que el gas natural (25%). Y en esta época de crisis, se experimenta un alza en la venta ambulante de leñas, que ocupan viejos almacenes de construcción.

Las leñas se consideran biomasa renovable siempre que estén en equilibrio con la producción local de madera en la zona donde se utiliza. El uso de biomasa como recurso energético, en lugar de los combustibles fósiles comúnmente utilizados, supone importantes ventajas medioambientales, como disminución de las emisiones de azufre , partículas y otros gases como monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno. Además tienen un ciclo neutro de CO2, sin contribución al efecto invernadero, ya que el dióxido de carbono liberado en la combustión ha sido previamente acumulado en la madera utilizando como fuente la radiación solar.

En el 56% de los hogares se desconoce la etiqueta energética, que informa de la eficiencia

Otro dato positivo observado en las tendencias energéticas domésticas es que las bombillas de bajo consumo (BBC) ya están presentes en el 83% de los hogares, y suponen el 31% del equipamiento, que se traduce en 7 unidades por vivienda del total de 23 que como media hay en cada casa. Un porcentaje que ya se aproxima al de las ya obsoletas bombillas incandescentes, que suponen el 36% del total. El resto de la iluminación corre a cargo de halógenos y en menor medida fluorescentes . Empiezan también a introducirse, aunque aún en un nivel poco significativo aún, los «led» de superbajo consumo.

Sin embargo, aún debemos mejorar en la eficiencia de nuestros electrodomésticos. En el 56% de los hogares se desconoce la etiqueta energética , que informa de la eficiencia. Los principales motivos, que los aparatos son antiguos y no la tienen, o porque este aspecto simplemente no entra en los criterios de compra de las familias. La clase A (la más eficiente) está presente en menos de la mitad de los hogares (40%). Mientras que las clases A+ y A++, disponibles sólo para frigoríficos -el electrodoméstico que acapara un tercio del consumo total de los electrodomésticos-, se encuentran en el 20% de las viviendas. Con la crisis, la economía doméstica se resiente y puede ser el momento de empezar a valorar más la energía que consumimos, y sobre todo, la que derrochamos.

Objetivos de la UE

El pasado 1 de enero, Dinamarca asumió la presidencia rotatoria del Consejo de la UE . Entre sus objetivos, en medio de la grave crisis que azota al Viejo Continente, está el de impulsar una economía verde que preserve el medio ambiente y genere crecimiento y empleo, con el foco puesto en la eficiencia energética, las energías renovables y la lucha contra el cambio climático.

Y es que el país escandinavo, con una población de 5,5 millones de habitantes y un 6-7% de paro, es uno de los más avanzados en eficiencia energética y puntero en el empleo de energías renovables. En 2035 aspirar a cubrir toda la demanda eléctrica (calefacción y electricidad) fundamentalmente con eólica y la biomasa.

El futuro de la energía solar está en los tejados

La política europea tiene tres objetivos fundamentales en materia energética: aproximarse a la reducción de la dependencia de importaciones, la reducción del impacto sobre medio ambiente y asegurar competitividad del mercado europeo de energía. Y los frentes de batalla principales son el uso de renovables y una mayor eficacia energética. En este sentido la Unión Europea ha marcado tres objetivos en el sector energético para 2020: la reducción en un 20% de las emisiones de gases invernadero, la generación de un 20% de energía renovable y finalmente la mejora de un 20% en la eficiencia energética.

El nuevo Plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020 en vigor en España prevé esa reducción de la energía de fuentes primarias del 20%, con un ahorro de 1.000 millones de barriles de petróleo al año. Este plan necesitará una inversión de 45.985 millones de euros y puede suponer un ahorro de 78.687 millones.

En España las renovables suponen un 33% de la producción energética actual y en breve se podría llegar a la paridad, aunque la crisis y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria han supuesto un fuerte parón en la integración en la edificación, al tiempo que el recién decretado frenazo a las primas que recibían no se sabe aún qué efectos puede tener.

ABC

Otro factor clave del futuro de la energía solar fotovoltaica es la autoproducción , que en dos o tres años será libre en España y puede provocar un nuevo «boom» de la energía, sobre todo en pequeña producción. Permitirá el abastecimiento de energía eléctrica con instalaciones de escasa potencia, como si fueran un electrodoméstico más. Para Xavier Cipriano, experto en renovables de la Universidad Politécnica de Cataluña, el futuro de la energía solar está en los tejados de la ciudades. Según este experto, estamos ante un cambio hacia un mercado más descentralizado y modular.

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