Viaje al subconsciente
Después de pasar por los calabozos en 1967, Arrabal concluyó esta obra (varias escenas muestran a Lais en prisión acusada de blasfema) inspirada en el tríptico de El Bosco, sobre la metamorfosis de Lais, que viaja al subconsciente en busca de su ser. El universo de contrastes creado no escapa al teatro pánico, con el erotismo brutal, el deseo ardiente de libertad, la necesidad de ser uno mismo y el conflicto con la religión, cuyas raíces están en una educación religiosa deforme y perniciosa, que controla conciencias mediante la delación, el castigo y normas aberrantes, en lugar de mostrar el rostro verdadero de Dios. Seguir a Arrabal por su laberinto, implica abrirse a lo onírico y poético, en un juego-ceremonia que este montaje crea con fuerza y frescura.
Lais es una actriz famosa que vive en su palacio entre sus ovejas (sus deseos puros) y Zenón, hombre-mono encerrado en una jaula (su deseo sexual). Las llamadas de la tele o de la policía la conducen al pasado o al futuro, mediante saltos cronológicos marcados por los cambios de color e intensidad de la luz. Cuando pasa el arco, asistimos al terror, culpa y vergüenza de la niña Lais, sometida a una religión deshumanizada, que bloquea su vida adulta. En el orfanato, Lais es amiga de Milharca, pero a diferencia de esta, busca escapar y ser ella misma; en su huida al bosque, encuentra a Teloc, personaje multifacético que le despierta a la vida y al teatro. Para salvarse, Lais debe matar sus fantasmas, sacrificar a Milharca e independizarse de Teloc; después, dará su alma encerrada en un tarro a Zenón, quien al comerla, se humaniza y recupera el lenguaje; Lais asume su deseo sexual y se instala con Zenón en el huevo. El montaje se logra, con una dirección clara (hay orden en el caos), la integración de música, imágenes proyectadas y la escenografía: el carro llamativo con ovejas de cartón, los árboles, el arco, la jaula, el teléfono; el trabajo físico de los actores es magnífico, sobre todo de Angels Jiménez como Lais y de Arturo Bernal, como bruto enamorado.
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