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La mano negra de Eritrea en Somalia

La comunidad internacional acusa al Gobierno de Asmara de armar a los rebeldes islamistas Al Shabab

edurado s. molano

Iniciado el operativo bélico, en Somalia, comienza la campaña propagandística. En las últimas horas, el Gobierno de Eritrea negó de nuevo las acusaciones de que su país esté proporcionando apoyo militar a la milicia islamista de Al Shabab, tan solo dos días después de que un envío de armas -presuntamente desde Asmara- fuera interceptado en la ciudad somalí de Baidoa.

“El único interés de nuestro país es el retorno de la paz y la estabilidad al Cuerno de África. No puede haber una solución militar al problema de Somalia”, aseguraba el Ministerio de Asuntos Exteriores eritreo, Osman Saleh.

Sin embargo, el vínculo -real o ficticio- no es nuevo: “Ya en 2008, un importante número de miembros de Al Shabab se encontraba bajo protección de Eritrea. De igual modo, algunos de los rebeldes detenidos reconocen haber sido entrenados en su territorio en el manejo de explosivos y la realización de atentados suicidas. La mano negra existe”, corrobora a ABC el ex ministro de Seguridad somalí, Abdisalam Xaji Adan.

A finales del mes de julio, Naciones Unidas filtraba un informe que acusaba al Gobierno de Asmara de financiar en la sombra a las milicias de Al Shabab. En el documento, realizado por un el Grupo de Supervisión de la ONU en Somalia y Eritrea, se inculpaba directamente a altos funcionarios de su embajada en Kenia de realizar pagos mensuales a la organización por valor de 80.000 dólares, así como de la planificación de un atentado durante la pasada cumbre de la Unión Africana celebrada en Etiopía.

Y es ahora, sumergidos en plena campaña bélica (el pasado 15 de octubre el Ejército keniano iniciaba un operativo militar en Somalia como castigo a los últimos secuestros protagonizados en la frontera), cuando las acusaciones vuelven a recrudecerse.

“Eritrea -en su interés por desestabilizar a su enemigo natural: Etiopía- financia desde hace años a las milicias islamistas, no sólo de Al Shabab, sino de otros grupos insurgentes como el Frente de Liberación Nacional del Ogaden o el Frente Oromo de Liberación”, reconoce a este diario el analista Gregory A. Pirio, autor de “The African Jihad”.

Pese a ello, en esta oleada propagandística, curiosamente, los principales actores se muestran incapaces de confirmar la hipótesis.

Mientras que la propia Al Shabab siempre ha negado servirse del apoyo de Eritrea, el Ejército keniano prefiere otorgar la callada por respuesta. “Solo sé que se ha producido un envío de armas", reconoce a este diario el portavoz de la ofensiva militar, el mayor Emmanuel Chirchir- “Su emisor no es asunto mió. Es ahora el Gobierno (keniano) el que debe decir a quién pertenecen”. La maquinaria propagandística, a pleno rendimiento.

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