Francia depende del uranio
Con 59 reactores, el país es uno de los primeros productores mundiales de energía nuclear
El 78 por ciento de la energía eléctrica consumida en Francia es de origen nuclear. La energía atómica de producción nacional cuenta con el apoyo masivo de todas las fuerzas políticas parlamentarias, sin que las reservas de fondo de las minorías ecologistas hayan calado nunca en la opinión.
Los 59 reactores nucleares franceses —agrupados en 19 centrales— comenzaron a construirse en los 60. Esa alternativa energética, decidida por el general de Gaulle, fue confirmada por sus sucesores: Georges Pompidou, Valery Giscard d'Estaing, François Mitterrand, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, que fueron ampliando y modernizando el parque atómico nacional , en el que hoy trabajan más de 200.000 personas.
Las sucesivas familias ecologistas francesas nunca han conseguido animar un movimiento nacional potente contra la energía nuclear. La respuesta radical de finales de los años 70 del siglo pasado apenas duró dos años. Durante el doble septenio socialista de Mitterrand (1981-88 y 1988-1995), el parque atómico nacional continuó modernizándose. Y la reciente tragedia de Fukushima permitió al presidente Sarkozy confirmar la determinación nacional en este terreno, matizada con políticas de seguridad aparentemente eficaces, hasta hoy.
Sin accidentes
Francia no ha sufrido nunca accidentes del tipo Three Mile Island, Chernóbil o Fukushima, aunque sí tiene una larga experiencia en accidentes de otra envergadura, que no han modificando nunca el apoyo político y social masivo.
En la actualidad, solo las familias ecologistas reclaman una revisión de la política nuclear, pidiendo una moratoria que no tiene apoyo político o social de envergadura. Por su parte, sucesivos gobiernos de izquierda y derecha han confirmado siempre el puesto estratégico de la industria nuclear para limitar la dependencia energética, convertida, al mismo tiempo, en uno de los grandes pilares de la exportación. Francia compite con EE. UU. como primer proveedor entre la treintena de países que continúan construyendo centrales nucleares. Aunque España ya vende más electricidad a Francia de la que le compra, es cliente de sus cementerios nucleares: transportar todos los residuos al vecino galo nos ha costado más de 20 millones de euros.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete