TRIBUNA ABIERTA
El alma del «soldadet»
Estos días he podido oír y disfrutar el disco del grupo catalán Manel «10 milles per veure una bona armadura» y la canción dedicada al «soldadet». A la vez, he tenido la ocasión de leer el libro «Guerra», del periodista americano Sebastián Junger, sobre su experiencia como corresponsal de guerra en Afganistán, siguiendo las vicisitudes de unos soldados americanos en lucha contra los talibanes.
El disco y el libro tienen en común que relatan lo que siente un soldado cuando se enfrenta a la posibilidad de perder la vida en combate. La letra de la canción trata sobre un soldado obligado a desembarcar y tomar una playa al enemigo. El libro es la historia real de soldados profesionales en el valle afgano de Korengal, frontera con Pakistán, donde cada palmo de terreno es conquistado o defendido con vidas humanas. Pero los dos hablan de los miedos, de la vida, de la muerte y del valor que siente una persona joven en una guerra. Y con estos conceptos, Manel hace poesía y Junger hace antropología.
El periodista da cuenta de la importancia que tiene para el soldado la cohesión con los compañeros de la unidad. Sabe que un descuido personal puede ser letal para sus compañeros y que será uno de ellos el que le socorra cuando esté herido. Su fe está en la fuerza que genera el equipo del que forma parte. El fracaso del soldado es fallar al compañero. Su miedo no es morir, es ser un cobarde; no cumplir con su deber de dar la vida, si fuera necesario, por su hermano de armas. Esa incertidumbre entre la vida y la muerte, entre el fracaso y la victoria, es lo que crea ese vínculo especial entre los soldados.
Todo esto viene a propósito de la fecha que se celebra anualmente, a finales de mayo, para dar a conocer a los españoles lo que son y lo que hacen las Fuerzas Armadas (FAS) y que conocemos como «Día de las FAS». Es una fecha para interactuar militares y ciudadanos. Lo normal es que el soldado conozca a sus compatriotas, pero los ciudadanos suelen desconocer qué es lo que hacen los soldados y marineros. En muchos sectores de la sociedad el militar es un desconocido, y en otros abunda el prejuicio y el estereotipo. No es un personaje mediático, su trabajo lo hace en lugares apartados y su función o necesidad parece rentable cuando no hay más remedio que emplearla en una situación de crisis, conflicto o guerra. Su espíritu le anima al servicio, a la discreción y al sacrificio. Por eso es importante dedicar, aunque sea un día al año, una mirada y escudriñar esa alma del soldado, preguntarle lo que siente cuando está lejos de su casa. Hay que dedicarle, aunque sea un instante, un pensamiento.
Seguramente el suyo, si se encuentra entre la vida y la muerte, irá dedicado a alguien, tal como termina «La cançó del soldadet» de Manel: «… que l'estimo més del que m'estimo a mi"».
Pablo Martínez Delgado es coronel subdelegado de Defensa en Lleida.
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