Segundo «match ball»
Análisis
JUAN CARLOS
MARTÍNEZ LÁZARO
La segunda temporada de la tragedia griega, junto con la publicación de varias previsiones sobre la evolución de nuestra economía, ha vuelto a poner sobre el tapete la situación de las finanzas públicas españolas. Y aunque la cifra de crecimiento del primer trimestre, un 0,3%, parece mejor de lo esperado, la mayor parte de los analistas consideran improbable que 2011 acabe con un crecimiento del 1,3%, tal y como sigue pronosticando el Gobierno.
Un crecimiento menor del pronosticado implicaría automáticamente menores ingresos tributarios y probablemente mayores gastos, lo que imposibilitaría conseguir el objetivo de déficit público previsto, cifrado este año en un 6% del PIB.
Si los últimos meses hemos conseguido despegarnos del resto de periféricos ha sido porque los mercados han bendecido las medidas de ajuste fiscal que se han tomado y el inicio de algunas de las reformas prometidas, aunque probablemente éstas se estén llevando a cabo con menos intensidad y velocidad de la deseada.
Por eso, para evitar volver a vernos en el ojo del huracán de los mercados y sufrir la tortura de la elevación de nuestra prima de riesgo, no tenemos otra opción que cumplir, sin ningún atisbo de duda, con el calendario previsto de reducción del déficit. En 2010 era del 9,3% del PIB y nos quedamos en el 9,24%. Cumplimos por los pelos, pero cumplimos. Utilizando un símil tenístico, salvamos el primer «match ball». Pero aún nos quedan otras tres pelotas de partido por salvar: 6% este año, 5,3% en 2012 y el ansiado 3% en 2013. Y lo único que está claro, es que no podemos desviarnos de esos objetivos.
Es decir, si la economía no crece lo previsto este año, al Gobierno no le quedará más remedio que aplicar nuevas medidas de ajuste para conseguir que el déficit no supere el 6%, recortando más aún los gastos y puede que volviendo a subir algún impuesto. Pero además, hay un riesgo latente, quién sabe si más peligroso: la situación real de las cuentas públicas en algunas comunidades autónomas y ayuntamientos, una vez que pasen las elecciones del próximo domingo. El déficit aflorado en Cataluña tras el cambio de gobierno del pasado otoño no augura nada bueno en ese sentido.
JUAN CARLOS MARTÍNEZ LÁZARO
ES ECONOMISTA DEL IE
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