«Estoy destrozada. Creo que Dorel estaba loco»

Violeta Kosarcariu sufrió ayer una fortísima crisis de ansiedad cuando abandonó la vivienda que compartía hasta el lunes con sus dos hijas, su yerno y su nieta. Se sintió apabullada por el revuelo de cámaras de televisión y prensa en torno a ella. Hasta llegó, en medio de su indefensión e impotencia, a golpear alguna.

No era para menos. Cuando el lunes por la mañana, como cada día, se marchó a trabajar, lo hizo pensando que arrancaba una semana más. Pero su yerno, Dorel, al que creía que conocía bien, se quedó allí. No acudió al puesto de trabajo que hacía tan sólo unos días que había conseguido. «Quizá no estaba a gusto», acertó a decir la mujer ayer.

Lo que ocurrió después, el salvaje asesinato, casi emitido «on line» a Rumanía , nunca se le pasó por la cabeza. «Me los traje a España hace un par de años, cuando murió mi marido», explicó Violeta, quien arremetió contra el Gobierno rumano, al que calificó de corrupto y culpó del éxodo de compatriotas. Las familias proceden de Copsa Mica, una zona industrial, pero castigada por una importante crisis. Son gente muy humilde.

«Les vi discutir algunas veces, pero como discuten todas las parejas. Yo prefería no meterme mucho, para no convertirme en una madre pesada, aunque a veces veía a mi hija infeliz. Ya llevaban cinco años juntos. Hablaban en su habitación y, a veces, yo conversaba con ellos sobre lo que había pasado», explicaba la mujer, visiblemente nerviosa y acompañada en todo momento por su jefa. Habían acudido a la vivienda a recoger algunas muda de ropa.

«Estoy destrozada —continúa—. No sé qué voy a hacer ahora. No sé por qué ha pasado esto. Está claro que él estaba loco, no debía de ser muy normal. Hay que preguntarle a su familia, que debería haberle llevado al médico y que le dieran alguna medicación».